Así fue la tórrida historia de amor de Helena Rojo y Juan Ferrara

Helena Rojo, una de las actrices más emblemáticas del cine y las telenovelas, perdió la batalla contra el cáncer a los 79 años de edad. Como muchos aspectos de su vida personal, la protagonista de clásicos como Retrato de una familia y El privilegio de amar, mantuvo su enfermedad en total hermetismo.

Su fallecimiento fue reportado en X, la noche del 3 de febrero por María Luisa Valdés Doria: “Confirmo el fallecimiento de la gran Helena Rojo, falleció a las 3 de la mañana de cáncer, será velada en su casa.. descanse en paz”, escribió la periodista de Multimedios.

A la confirmación del sensible fallecimiento siguió una reacción en cadena en redes sociales. Famosos y miles de personas que crecieron viendo a la actriz desenvolverse magistralmente en telenovelas y películas, lamentaron su partida y la recordaron con cariño.

Lucero la definió como “bella por dentro y por fuera”, mientras contemporáneas como María Sorté y Ana Martí dedicaron sentidos mensajes para su gran amiga, cuya partida tocó lo más profundo de su alma.

María Helena Lamadrid Ruiz, nombre real de la actriz, nació el 18 de agosto de 1944 en la Ciudad de México. Desde su debut en la película El club de los suicidas en 1970, hasta Juntos el corazón no se equivoca de 2019, consiguió que su carrera profesional se mantuviera por encima del interés que despertaba su vida persona.

La actriz tuvo tres relaciones importantes. El primer matrimonio fue un misterio bien guardado, y el segundo, con el actor Juan Ferrara, siempre generó mitos a su alrededor.

Helena Rojo y Juan Ferrara se casaron en 1976, cuando ella tenía 31 años y tres hijos fruto de su primer matrimonio: Elena, Leo y Patricia.

La identidad del padre de sus tres hijos fue el primer mito en esta relación. Incluso en la actualidad, hay diversas notas periodísticas que erróneamente la atribuyen a Ferrara.

Sobre la relación que tuvieron Helena Rojo y Juan Ferrara hay poca información, aunque toda dicha por ellos mismos. En una entrevista a principios de los ochenta para el programa Foro de Gilberto Marcos, los actores hablaron brevemente sobre su dinámica como pareja y como sus carreras difícilmente se cruzaban en proyectos de televisión, a diferencia del teatro:

“Es el único medio en el que podemos decidir trabajar nosotros. Nosotros hacemos la empresa, escogemos la obra, decidimos el reparto y cada año, año y medio, dos años salimos de gira por toda la República. Hacemos teatro juntos... En televisión tiene que decidir el productor que hagamos una telenovela y en esta ocasión, en teatro -obra Una dulce pesadilla -Nosotros somos los que decidimos”.

Los actores se divorciaron en 1987, luego de más de una década juntos. Ambos mantuvieron los motivos de su separación fuera del ojo público y eventualmente iniciaron otras relaciones.

En 1998, su matrimonio volvió a ser tema de conversación. En ese año, la productora Carla Estrada reclutó a la talentosa actriz para formar parte del melodrama El privilegio de amar, al lado de Adela Noriega, René Strickler y Andrés García.

Por ese entonces se especuló que Estrada también quería incluir a Juan Ferrara al proyecto, sin embargo, Rojo se habría opuesto, al grado de abandonar la telenovela si su expareja formaba parte del elenco.

La telenovela salió al aire en 1998, con César Évora interpretando el personaje del padre “Juan de la Cruz”, pensado para Ferrara. La versión, que nunca fue desmentida o confirmada por los actores, alentó las versiones surgidas a finales de los años 80, sobre que su matrimonio no terminó de la mejor manera.

Sin embargo, en una entrevista para la periodista Angélica Sánchez Vilchis a principios de la década del 2000, la actriz se sinceró sobre los motivos por los que prefería evitar hablar de su matrimonio:

“Yo evito hablar de esa relación porque me costó mucho trabajo deshacer la imagen que teníamos de pareja, tuve que reiniciar mi carrera cuando me divorcié. Juan siempre se portó muy bien con mis hijos y es a ellos a quien tengo que agradecer muchísimo, porque fueron un apoyo impresionante en los momentos en que me sentía como perro sin mecate. A Ofelia Guilmain, su madre, la mejor artista que yo he conocido dentro y fuera del escenario, la llegué a querer como a una madre, pero para mí cuando algo se acaba, cierro la puerta, le echo llave y tiro la llave a la basura”, sostuvo la actriz.