El proceso electoral de 2024 será el más importante que hasta la fecha ha visto nuestra joven democracia. Si bien frases como la anterior son siempre lanzadas por los candidatos que buscan ser ungidos en cada elección, en esta ocasión creo que dicha valoración tan categórica está más que justificada.
El del 2 de junio será el proceso más grande de la historia. En el ámbito federal, se renovará todo el Congreso de la Unión –128 senadores y 500 diputados– además, evidentemente, de la presidencia de la república. Y en lo que a los estados se refiere, adicional a los procesos locales para escoger alcaldes, diputados locales, etc., son ocho las gubernaturas que se elegirán, así como la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Pero más allá de eso, lo que hace a esta elección tan relevante, es que realmente marcará la pauta de cómo se ejercerá el poder político durante las próximas décadas.
Si nos centramos en la elección federal, empezando por la presidencial, las opciones que tenemos enfrente, a juzgar por su historial y su discurso, representan dos visiones muy distintas de cómo ha de conducirse la administración pública. En lo que al discurso se refiere, el período de las precampañas permitió que se establecieran con mayor claridad las líneas fundamentales que seguirán las propuestas programáticas de Claudia Sheinbaum, por un lado, y de Xóchitl Gálvez por otro.
El de Sheinbaum Pardo es un discurso que, ante todo, ofrece continuidad: ofrece, en sus propias palabras, la construcción del “segundo piso” de la llamada Cuarta Transformación.
Ciertamente hay en el aire preguntas elementales: ¿Continuidad de qué? ¿De todo? ¿Cuál es exactamente el primer piso de la 4T? Probablemente se nos ofrezcan respuestas más francas durante las campañas, a partir del 1º de marzo –después del muy bizarro período “intercampañas” en el que actualmente nos encontramos. Pero más allá de las valoraciones que se tendrán que hacer sobre lo que ha conseguido o no el gobierno del presidente López Obrador, lo que es un hecho es que el equipo de Sheinbaum ha llegado a la primera importante conclusión de que lo más redituable para ella es no separarse de la figura de su mentor.
Independientemente de cualquier cosa, es innegable que la fuerza del presidente sigue siendo mucha, y su aprobación, después de cinco años de gobierno, sigue siendo bastante sólida. No hace falta ser un experto, por tanto, para adelantar que la continuidad que ofrece Sheinbaum, va en la línea de seguir con los grandes proyectos de López Obrador, los cuales podría decirse que son amalgamados por una intención fundamental de consolidar el poder político lo más que se pueda, en la cabeza del poder ejecutivo. Por tanto, además de continuidad, la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México pretende la “unidad” transexenal del movimiento.
Por otro lado, después de algunos tropiezos y confusión al inicio de la precampaña, hacia el final de esta parecería, que Xóchitl Gálvez ha encontrado las directrices que seguirá su discurso a partir del 1º de marzo. La vida, la libertad y la seguridad, son los valores que Gálvez Ruíz ofrece poner al centro de su eventual programa de gobierno. Indudablemente, el tema de la seguridad es el punto más débil de la administración Lópezobradorista. En diversas ocasiones el mismo presidente ha reconocido que en ese ámbito quedan muchos pendientes, y el equipo de Xóchitl parece haber encontrado en dicho tema, la piedra angular en torno a la cual girará su estrategia discursiva.
Además de ello, otra diferencia que la hidalguense pretende explotar, es la centralidad de la preparación técnica que, según ella, escasea en las distintas instancias de la actual administración federal y que, a su parecer, el presidente ha desdeñado desde el comienzo de su mandato. Es evidente que el reto que tiene Xóchitl Gálvez es mayúsculo. Las encuestas más recientes hacen ver que la diferencia entre ella y Claudia sigue siendo importante. Sin embargo, a reserva de unas pocas que ponen a Sheinbaum a más de 50 puntos, la mayoría establece una diferencia de, en promedio, unos 16 puntos. Aunque no deja de ser difícil remontar dicha ventaja, sería un error pensar que la elección está cantada. Mucho dependerá de la habilidad y destreza con la que se conduzca la campaña de Gálvez, manteniendo la coherencia en su mensaje, contrarrestando así los esfuerzos que decididamente se orquestarán desde Morena. Además de lo que, por ejemplo, pueda transmitir en los debates, será clave la capacidad de movilización que los cuadros de los tres partidos que conforman su coalición, tengan para generar una percepción de coordinación eficiente y crecimiento.
Y no es que se nos olvide la supuesta tercera vía que ofrece Jorge Álvarez Máynez y Movimiento Ciudadano. Sin embargo, después del bochornoso episodio que protagonizara el gobernador de Nuevo León y otrora primer precandidato naranja, Samuel García, aún hemos podido ver muy poco sobre aquello en torno a lo cual pretende centrar su discurso el experimentado parlamentario Álvarez Máynez. Lo que es un hecho es que, ni cuando el precandidato fue fugazmente el gobernador fosfo-fosfo, ni ahora que comienza a serlo Jorge, parecería que el movimiento naranja tiene una opción real para llevarse la elección presidencial. Lo más probable es, pues, que México tenga su primera presidenta. Y eso, también, hace que el actual proceso sea uno sin precedentes.
El domingo 2 de junio de este año, la ciudadanía tiene una responsabilidad ineludible, ya que, de nuestra participación depende, no sólo quién gobernará los próximos seis años. De ello depende importantemente, sin duda, la viabilidad de la república, y con ello, las instituciones que les heredaremos a nuestros hijos y nietos. Es de vital importancia no olvidar que no sólo se escoge presidente. La conformación del congreso es también lo que, en muy buena medida, inclinará la balanza hacia uno u otro lado.
Las democracias, o activamente se procuran, o poco a poco se van difuminando. Votar no es lo única acción propia de una ciudadanía responsable e involucrada. Pero sí es el primer paso, sin el cual, nada de lo demás –una sociedad de libertades e instituciones– es posible. Por ende, habrá que informarse e ir a votar. Afortunadamente la pandemia ya pasó, por lo que, quedarse en casa, no es opción.
Semblanza: Abraham Martínez es Doctor en Derecho por la UNAM. Es también Maestro en Teoría Política y Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Toronto. Actualmente es Profesor-Investigador de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana. Además de las clases que imparte, sus líneas de investigación giran en torno al pensamiento político moderno, concretamente aquello que tiene que ver con el liberalismo y algunas de sus principales problemáticas contemporáneas.
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