En el escenario ya no hipotético del aumento demográfico de personas mayores, la adaptación de las ciudades para un envejecimiento saludable se ha vuelto una prioridad en la agenda urbana.
Este proceso implica una serie de aspectos cruciales que van desde la promoción de la salud hasta la creación de entornos inclusivos y la promoción de la solidaridad intergeneracional.
La construcción de ciudades y comunidades amigables con las personas mayores es fundamental para preparar una ciudad para el envejecimiento de su población. Esto implica ajustar la infraestructura urbana y los servicios para satisfacer las necesidades de una población envejecida y garantizar su derecho a una vida digna y saludable.
Promover la salud a lo largo de toda la vida es otro aspecto esencial. Esto implica fomentar estilos de vida saludables desde edades tempranas, así como proporcionar acceso a servicios de salud preventivos y de atención primaria a lo largo del curso de la vida.
Y es que a todo esto, se debe tomar en cuenta que el buen envejecimiento activo y saludable es fundamental para garantizar la calidad de vida de las personas mayores.
Los viejitos “jóvenes” del futuro
La solidaridad intergeneracional es otro pilar fundamental en la preparación de una ciudad para el envejecimiento de su población. Esto implica fomentar la colaboración y el apoyo mutuo entre personas de diferentes edades, reconociendo y valorando las contribuciones de cada generación a la sociedad.
La transmisión de conocimientos y experiencias entre generaciones y el fortalecimiento de los vínculos comunitarios son clave para construir comunidades más resilientes.
Cambiar la percepción social de la vejez y las personas mayores también es crucial en este proceso. Esto implica desafiar los estereotipos negativos y promover una imagen más positiva y respetuosa de las personas mayores en la sociedad.
Reconocer y valorar la diversidad y la contribución de las personas mayores a la comunidad es fundamental para construir una sociedad inclusiva y respetuosa.
La planeación urbana y la prevención son aspectos clave en la preparación de una ciudad para el envejecimiento de su población. Esto implica anticipar las necesidades y desafíos que enfrentará una población envejecida y tomar medidas proactivas para abordarlos.
Fortalecer las alianzas entre diferentes actores, incluyendo instituciones gubernamentales, sociedad civil y academia, es fundamental para desarrollar e implementar políticas y programas que promuevan un envejecimiento saludable y activo.
El caso CDMX en 50 años
En el contexto específico de la Ciudad de México, prepararse para un futuro en el que la población de personas mayores sea significativamente mayor presenta desafíos únicos.
Uno de los principales desafíos será adaptar los servicios de salud y sociales para atender las necesidades de una población envejecida, incluyendo la prevención de enfermedades crónicas y la atención integral de la salud.
Además, será necesario abordar el impacto económico de una población envejecida en la ciudad. La disminución de la fuerza laboral y el aumento de la dependencia pueden tener implicaciones en la economía local y la distribución de recursos públicos.
Será necesario desarrollar políticas y programas específicos para apoyar a las personas mayores y garantizar su participación activa en la sociedad.
Si bien se presentan desafíos significativos, también ofrece oportunidades para crear comunidades más inclusivas y sostenibles para todas las edades, todo es factible con una planificación cuidadosa y una acción concertada, así las ciudades pueden adaptarse y prosperar en un mundo cada vez más envejecido.