Las vitaminas son nutrimentos indispensables para diversas funciones celulares. En el caso de la vitamina A, tiene funciones como la protección de la piel y de las células del daño causado por radicales libres, además de que favorece la salud ósea y visual.
En alimentos de origen animal está presente en forma de retinol y en los de origen vegetal se encuentra como carotenoides. Entre los productos que la contienen están hígado, yema de huevo, leche, queso, mantequilla, zanahorias, jitomates, brócoli, espinacas, quelites, acelga, berros, melón, ciruela y mango.
Las personas que no consumen una cantidad suficiente de vitamina A pueden experimentar síntomas como ceguera nocturna, resequedad y engrosamiento de las córneas (xeroftalmía) y cambios en la piel, que se vuelve seca y escamosa, de acuerdo con la Federación Mexicana de Diabetes. Pero, ¿Qué pasa cuando la situación es la contraria?
Consumir vitamina A en exceso también conlleva riesgos para la salud. Aunque es importante precisar que es inusual que una persona ingiera este micronutriente en una cantidad superior a la recomendable.
El principal problema asociado al consumo de grandes cantidades de este micronutriente es la hipervitaminosis. La Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud refiere que se trata de un padecimiento que surge con más frecuencia cuando se consumen de 8 mil a 10 mil microgramos por día.
Los síntomas de hipervitaminosis por ingesta excesiva de vitamina A son alteraciones de la piel, caída del pelo, debilidad, vómitos y en casos extremos trastornos hepáticos.
Es difícil alcanzar niveles peligrosos de vitamina A a través de una dieta común. En cambio es más frecuente por el consumo indiscriminado de complejos multivitamínicos.
La enfermedad está asociada a las vitaminas liposolubles, es decir las que se almacenan en el tejido graso del cuerpo, a diferencia de las vitaminas hidrosolubles que el organismo aprovecha inmediatamente y cuyos desechos elimina a través de la orina.
Las vitaminas liposolubles que son la A, D, E y K, mientras que las vitaminas hidrosolubles son la B y C. Los efectos nocivos por el consumo indiscriminado de cada una es diferente y cuando son causados por multivitamínicos normalmente basta con la suspensión la ingesta para recobrar la salud, aunque podría ser necesario tratamiento adicional si alguno de los síntomas evolucionó.
En el caso del consumo excesivo de la vitamina D, puede ser causa de depósitos de calcio en tejidos blandos, daño renal y/o cardiovascular y síntomas como estreñimiento, disminución del apetito, vómitos, fatiga y deshidratación.
Los problemas médicos asociados a las vitaminas hidrosolubles son menos comunes porque, tal como se mencionó, se utilizan pronto y los excedentes se eliminan. Pero sí los hay y el principal es la aparición de cálculos renales cuando el riñón no es capaz de eliminarlas.
¿Qué son los multivitamínicos?
El consumo irresponsable de multivitamínicos es la principal causa de hipervitaminosis. Por ello, cabe señalar que se trata de suplementos alimenticios que combinan diferentes vitaminas y minerales con el objetivo de prevenir o corregir deficiencias de micronutrientes, de acuerdo con el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC).
Especialistas indican su consumo en casos específicos como baja ingesta alimentaria, embarazo, lactancia, envejecimiento, enfermedades que dificultan la absorción de nutrientes (como diabetes) y después de una cirugía bariátrica, por mencionar algunos.
No se trata de un producto para tratar, curar, prevenir o aliviar síntomas de alguna enfermedad ni para bajar de peso, combatir la obesidad o sobrepeso.
Están a la venta en presentaciones como cápsula, emulsión, suspensión, jarabe, polvo, soluciones y tabletas. Pero es importante al momento de adquirirlos verificar que están autorizados, ante la proliferación de los llamados productos milagro.