En su llegada a Tenochtitlan, los españoles se sorprendieron al descubrir que la ciudad había edificios más grandes que los que existían en España, con muchos más detalles y lujosos y con más valor que en Europa, pero esto no importó al momento de derribar todo y reconstruir la capital.
La Caída de Tenochtitlan ocurrió en 1521, que fue cuando Hernán Cortés tomó control de todo el territorio mexicano y se instauró la Nueva España, que significó la destrucción casi total de todo lo que alguna vez fue la ciudad habitada por los mexicas.
Para lograr tomar el poder completamente, también inició la evangelización de los habitantes, con lo que fue necesario eliminar todo lo que les recordara su pasado, así inició demolición de las más importantes edificaciones.
La destrucción comenzó por el Templo Mayor y los Palacios de Axayácatl y el de Moctezuma (Casas Viejas y Nuevas, respectivamente), fue precisamente sobre las ruinas de éstos que Hernán Cortés mandó construir el primer edificio de lo que antes era Tenochtitlan, el Palacio Virreinal.
El motivo por el que el conquistador decidió esto fue que las Casas eran el símbolo de poder para los mexicas, dado que ahí vivieron los más importantes tlatoanis. Inclusive, antes de que fueran derribados, el español se asignó estos edificios como su hogar, desde ahí comenzó su gobierno. Después construyó su casa sobre las ruinas y con los escombros del palacio de Moctezuma.
Habría sido en 1526 que comenzó la construcción del Palacio Virreinal, el cual fue pensado como la casa de la persona más importante en el territorio, pero fue hasta 1531 que se pensó como el lugar del gobierno español en México.
La situación de este sitio cambió en 1562, cuando Martín Cortés, quien era el heredero del Mayorazgo, le vendió lo que fueron las Casas Nuevas a la corona española para que fuera la sede del Virreinato.
Hoy, este edificio es el Palacio Nacional. En 1563 fue que inició la construcción del como lo conocemos actualmente, sobre un terreno de 40 mil metros cuadrados y con el objetivo de que fuera el lugar que albergaría a Luis de Velasco, el segundo virrey de la Nuevas España.
En sus inicios, el palacio era más pequeño de con lo conocemos hoy, pero con el paso del tiempo fue reformado para poder agregar la cárcel de la Corte Real y los tribunales. Originalmente tenía un aspecto medieval, con el que ya no cuenta debido a los incidentes que ha sufrido con el paso del tiempo.
Se sabe que este palacio no es igual de grande que el de Moctezuma, pues el del tlatoani contaba con 100 habitaciones, según las crónicas de los españoles. Habría tenido tres plantas y varios patios que permitían que hubiera cierta unión entre todas las recámaras.
Supuestamente, tenía 20 puertas de acceso y dentro vivía no sólo el emperador, sino también todos los que él pensaba que eran necesarios para su gobierno. Además, también servía como bodega de artículos importantes, por ello que los españoles creyeran que ahí resguardaban el tesoro de Moctezuma.
Los renombramientos de Palacio Nacional hasta hoy
La primera vez que renombraron a Palacio Nacional fue en 1821, cuando por primera vez lo llamaron como lo conocemos actualmente, luego de la Independencia de México.
No obstante, cuando Maximiliano de Habsburgo llegó al país con el Segundo Imperio Mexicano, rebautizó esta edificación como Palacio Imperial. Luego de que el emperador fue fusilado, regresó a ser Palacio Nacional.
Con el paso del tiempo y por los incendios que ocurrieron en 1600, el Palacio Nacional fue tomando el aspecto barroco que tiene hoy.