Nacido en aguas islandesas, Keiko fue capturado de forma ilegal en la bahía de Klettsvikf, Islandia. Después fue reubicado al acuario de Saedyrasfnid, para ser llevado a Marineland en Ontario, Canadá. Durante su tiempo en estos entornos, la orca mostró problemas de salud como lesiones en la piel y en su aleta, atribuidos a la falta de movilidad y a las condiciones de los espacios de cautiverio. Eventualmente, esto llevó a su venta y reubicación a México en 1985, donde el traslado se realizó utilizando sedantes para mantener al cetáceo inconsciente durante el viaje. En aquella ocasión, el viaducto Miguel Alemán fue cerrado para el transporte desde el aeropuerto durara 15 minutos.
Al llegar a Reino Aventura, Keiko fue convertido en una atracción principal del parque, realizando acrobacias y trucos para el entretenimiento de los visitantes en un espacio acuático reducido. En este habitat artificial, su manutención requirió el cuidado especial de un equipo de personas, incluyendo cuatro adiestradores y un velador nocturno. Se le proveía una dieta de 120 kilos de pescado diarios y suplementos vitamínicos para mantener su salud.
Debido a su juventud y el abrupto alejamiento de su madre y su grupo natural, Keiko enfrentó la difícil tarea de acostumbrarse a vivir en un entorno humano. Esto, aunado a las complicaciones por la falta de ejercicio y cuidado adecuado, marcó sus primeros años en cautiverio, los cuales habrían de definir su destino incluso cuando tuvo la oportunidad de retomar su vida en libertad.
Keiko, la orca “afortunada” vio una oportunidad de libertad con Hollywood
Keiko que significa “afortunado” en japonés, un nombre que pudo ser una ironía a causa de las circunstancias en la que fue capturado, aislado de su especie y malentendido en México. Empleados de Reino Aventura se sumaron finalmente al movimiento para encontrar una solución a su cautiverio. La visibilidad internacional de su caso gracias a la película “Liberen a Willy”, que narra la historia de un niño que rescata a una orca de las garras de un parque acuático comercial, fue decisiva para concienciar sobre su causa.
Keiko saltó a la fama internacional tras protagonizar la película de 1993 “Liberen a Willy”. Hasta entonces, vivía en condiciones inapropiadas en Reino Aventura, donde su salud se deterioró notablemente. Con una piscina de solo 40 metros, el espacio era insuficiente para su tamaño, llevando a múltiples infecciones y daño dental por morder las paredes del estanque. Su aleta dorsal doblada señalaba un pronóstico desalentador para su calidad de vida.
La historia del deterioro de Keiko comenzó a sus tres años, aunque evaluaciones posteriores le calcularon más edad. Su captura y aislamiento en México originaron un cambio drástico en su vida. A pesar de que Ken Balcom, director del Centro para la Investigación de las Ballenas de Washington, ofreció comprar al mamífero para trasladarla a un santuario, Reino Aventura se negó a venderlo.
El papel de Keiko en la citada producción cinematográfica generó una corriente de simpatía y preocupación por su bienestar, lo que activó a organizaciones y activistas a luchar por su liberación. Pese a su creciente fama, para 1994, Keiko sufría de problemas físicos acentuados y un evidente estrés psicológico, poniendo en evidencia la urgencia de una intervención para ofrecerle un hogar adecuado y posiblemente, devolverlo al océano.
La libertad llegó tarde para Keiko tras una vida en aislamiento
Keiko fue finalmente trasladada a un hábitat más adecuado gracias a la iniciativa de activistas y la colaboración de Warner Bros. Tras recibir más de 1,500 cartas mensuales solicitando su liberación, la Fundación Liberen a Willy-Keiko logró recaudar 20 millones de dólares para tal fin. Esto culminó con la donación de Keiko al Oregon Coast Aquarium en Newport, Estados Unidos, donde su proceso de readaptación al entorno natural comenzó.
Keiko, cuya compra inicial costó 350 mil dólares, enfrentó retos considerables en su camino hacia la readaptación. A pesar de ganar 900 kilos y mejorar su estado de salud en el Oregon Coast Aquarium, mostró dificultades para interactuar con otros cetáceos e incluso se descartó su participación en el apareamiento debido a la falta de comportamiento dominante. Además, tenía problemas para sumergirse, comunicarse en el idioma de las orcas y nadar a velocidades habituales para su especie.
Posteriormente, y a pesar de estos desafíos, se tomó la decisión de liberarla en el océano Atlántico, donde continuó mostrando una marcada preferencia por la interacción humana. Esto llevó a las autoridades en Noruega a establecer un área especial de monitoreo marino para Keiko, con la esperanza de facilitar su supervivencia y bienestar en la naturaleza.
Keiko pasó sus últimos días entre sus cuidadores y el mar
El famoso mamífero marino falleció el 12 de diciembre de 2003 debido a neumonía. El cetáceo, cuyo intento de reintegración a la vida salvaje fue infructuoso, murió a la edad de 27 años en la bahía de Taknes, Noruega, en condiciones de ‘semi-libertad’, entre el mar y sus cuidadores.
Los expertos habían anticipado dificultades en el proceso de liberación de Keiko, quien había pasado gran parte de su vida en cautiverio antes de ser liberado. El proceso de reintegración de un mamífero marino a la vida salvaje es complejo y, en este, su organismo colapasó debido al cambio de temperatura en su nuevo entorno. Los especialistas en biología marina confirmaron que la neumonía fue la causa de su muerte, resaltando las complicaciones que enfrentan los animales acostumbrados a entornos controlados cuando se les reintroduce a hábitats naturales más hostiles.
La Fundación Liberen a Keiko-Willy se ha enfocado en asegurar que las lecciones aprendidas en el caso de Keiko contribuyan a mejores prácticas en el futuro. Mientras tanto, la tumba de Keiko en la bahía de Taknes se ha convertido en un lugar de peregrinación para quienes recuerdan al icónico orca y para quienes promueven el cuidado y la protección animal.