Maximiliano de Habsburgo fue emperador de México, de 1864 a 1867. Llegó al país el 28 de mayo de 1864, y terminó su mandato el 19 de junio de 1867, cuando fue fusilado en el Cerro de las campanas.
El emperador de origen austriaco llegó a México con la ilusión de mejorar el país, y en un principio fue apoyado por los conservadores mexicanos, sin embargo, conforme fue pasando el tiempo, dejaron de apoyarlo, e incluso, se pusieron en su contra.
¿Por qué los conservadores mexicanos dejaron de apoyar a Maximiliano de Habsburgo?
Los conservadores mexicanos estaban en contra del gobierno liberal de Benito Juárez, pues mientras este último buscaba que se instaurara una República, los conservadores buscaban un imperio. Además, con la leyes de Reforma de Juárez, se les quitaban muchos privilegios, algo con lo que no estuvieron de acuerdo.
Por ello, fueron hasta Europa a buscar a Maximiliano, e incluso fueron al Castillo de Miramar, donde vivía el emperador con su esposa Carlota de Bélgica. Ahí le pidieron que gobernara el país, pues, según ellos, los mexicanos lo querían en el poder.
Maximiliano se convenció y decidió venir al continente americano, a gobernar un país que no conocía. Quien también pidió a Maximiliano que gobernara México, fue el emperador de Francia, Napoleón III, quien tenía invadido al país en ese momento.
A la llegada del austriaco a México, el emperador decidió que no devolvería los bienes que se habían expropiado a la iglesia, tras la Leyes de Reforma. También defendió varias de las ideas políticas propuestas por los liberales durante la administración de Juárez, como las reformas agrarias, la libertad de religión y la extensión del derecho al voto.
Restringió las horas de trabajo y abolió el trabajo de los menores. También se interesó por las condiciones de vida de los indígenas en las haciendas de los grandes terratenientes. Estas acciones hicieron que pronto se ganara el rechazo de los que lo apoyaron para que llegara a gobernar al país: los conservadores y el clero, quienes lo veían como un traidor. Aunado a ello, los liberales del país tampoco lo veían con buenos ojos, pues lo consideraban un invasor.
Se sabe que Maximiliano era un hombre de un carácter muy pasivo, además de que comenzó a hacer obras en las que gastaba mucho dinero, como la avenida de los Emperadores (hoy Paseo de la Reforma), la remodelación del Castillo de Chapultepec, pero que no se dio cuenta que el imperio era inviable.
Maximiliano intentó incluso parecer mexicano, pues se vestía de charro, aprendió a hablar español, trata de ser simpático con las comunidades indígenas, algo que en ocasiones consigue. Pero, finalmente, es rechazado por los mexicanos, cuando las tropas francesas abandonan el país y se queda solo.
Posteriormente, es detenido por los juaristas y ejecutado junto a Miguel Miramón y Tomás Mejía, dos de sus generales conservadores mexicanos.