Durante la década de 1960 en México, surgió una corriente literaria conocida como “La Onda”. Dentro de este movimiento, José Agustín se destacó por un estilo que fusionaba la juventud, la cultura pop y la realidad de la época.
Nacido en 1944, su trayectoria académica lo llevó a estudiar letras clásicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, dirección cinematográfica en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (Ahora ENAC), y composición dramática en el INBAL y la ANDA.
En su juventud, participó activamente en el taller literario de Juan José Arreola entre 1962 y 1965, donde gestó su primera obra, “La Tumba”, a la edad de 19 años.
Dos años más tarde, en 1966, salió a la luz su segunda novela, “De perfil”. Su incursión en la literatura juvenil marcó el inicio de una carrera, la cual es parte de la cultura y la crítica mexicana.
“De Perfil” en su escritura
A lo largo de su trayectoria, José Agustín recibió becas del Centro Mexicano de Escritores y de la Fundación Guggenheim en 1978, proporcionándole el espacio y la libertad necesarios para consolidar su trabajo literario.
Sin embargo, su influencia no se limitó al ámbito literario. Como profesor, impartió conocimientos tanto en México como en Estados Unidos y Francia, destacando por su participación en programas culturales y principales publicaciones de México.
Su visión abierta dejó una marca en la promoción cultural de la época, especialmente durante su dirección del programa “Letras vivas” de 1985 a 1988 en radio y televisión.
Un comienzo “Sin Censura”
En una entrevista documental recabado por el Canal 11, José Agustín reflexionó sobre sus primeros pasos en la escritura, remontándose a su participación en un grupo de teatro a los 12 años.
Esta experiencia le dio forma a su identidad literaria, impulsándolo a explorar diversas formas de expresión, desde dibujos y cómics hasta la redacción de su primer cuento en quinto grado de primaria.
Un momento importante durante estos primeros años fue la negociación para la publicación de “De perfil”. Ante una oferta inicial de mil pesos, fue audaz al solicitar cinco mil al jefe editorial Joaquín Díez-Canedo.
“Yo fui a ver a don Joaquín y ya me tenía mi contrato listo y todavía me di el lujo de decirle: oiga, pues cáigase con una lana ¿no? ‘A ver le voy a dar mil pesos’. No, cómo que mil pesos, yo necesito cinco mil. “Oiga, pero eso es lo que le doy de adelanto a Carlos Fuentes”. Pues págueme como a Carlos Fuentes, qué ching…”
Esto no solo le aseguró la financiación necesaria, sino que también le proporcionó los recursos para adquirir una máquina de escribir eléctrica, elemento fundamental en su trayectoria.
No se hizo tarde para la “Grande”
La versatilidad de José Agustín se apreció con su incursión en el cine, buscando llevar “De Perfil” a la pantalla grande. Su contribución fue, incluso en el ámbito literario y cinematográfico, convirtiéndose en uno de los primeros críticos de rock en México, según revela el comunicólogo y analista Eloy Garza.
“Se está haciendo tarde” (1973), una de sus obras cumbre, despojó al lenguaje de las novelas en México de su solemnidad, consolidándolo como el escritor distintivo de La Onda”.
Garza, al destacar la figura de José Agustín, revela que este fue el introductor de J.R.R. Tolkien en México mucho antes de la popularidad derivada de las películas.
A pesar de sus contribuciones, José Agustín no escapó de la controversia política. Garza señala que fue un analista político duro y censurado, relegado en ocasiones por la comunidad artística y cultural de México.
Su posición crítica y su resistencia a conformarse con las normas establecidas lo hicieron un personaje polémico, a la vez admirado y cuestionado.
Entre su capacidad para fusionar la cultura pop con la realidad, su audacia para desafiar normas establecidas y su contribución a la crítica cultural y del rock consagran a José Agustín como una figura icónica en la historia literaria de México. Descanse en Paz.