Han transcurrido 3 años y 10 meses desde que se detectó el primer caso de COVID-19 en México aquel 28 de febrero de 2020. Desde ese entonces el virus ha actuado como un sube y baja, sin embargo, la preocupación sobre una nueva ola de coronavirus ha ido al alza debido a que se han registrado algunos hospitales al límite de su capacidad ante un aparente aumento en los contagios.
Durante el invierno, las personas suelen enfermarse más debido a varios factores que coinciden con esta estación del año. Las bajas temperaturas hacen que pasemos más tiempo en interiores, lo que aumenta la probabilidad de estar en contacto cercano con otras personas y facilita la transmisión de virus respiratorios como la influenza, el resfriado común o el COVID.
Además, el aire frío y seco puede debilitar las defensas naturales de las mucosas respiratorias, haciéndolas más susceptibles a infecciones. La menor incidencia de luz solar también puede influir en disminuciones de los niveles de vitamina D y afectar negativamente el sistema inmunitario.
Algunos virus, como el de la influenza, sobreviven y se transmiten mejor en el aire frío y seco del invierno, en consecuencia, se tiende a observar un incremento en la incidencia de enfermedades respiratorias, por lo que es común que las autoridades lleven a cabo campañas de vacunación a fin de bajar la incidencia, sobre todo en casos de menores de edad y adultos mayores.
¿Qué es la influenza y el COVID?
Algunas enfermedades características de la temporada invernal suelen tener similitudes que hacen que a veces nos confundamos sobre si se trata de una simple alergia, una gripe, o de un virus más serio.
Las enfermedades causadas por la influenza y el coronavirus presentan tanto similitudes como diferencias. Ambas son enfermedades respiratorias contagiosas que se pueden transmitir de persona a persona, pero son causadas por diferentes virus.
La influenza es causada por los virus de la influenza tipo A y tipo B, mientras que el coronavirus abarca una familia más amplia de virus que puede causar enfermedades que van desde un resfriado común hasta enfermedades más graves como el MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio) y el SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), incluyendo la COVID-19, causada por el virus SARS-CoV-2.
Síntomas, transmisibilidad y tratamiento
En términos de síntomas, ambas afecciones comparten signos comunes como fiebre, tos y fatiga. Otros síntomas pueden incluir dolores en el cuerpo, dolor de garganta, congestión y secreción nasal.
Sin embargo, la COVID-19 puede diferenciarse por ciertos síntomas característicos (aunque depende la cepa) como la pérdida del gusto o del olfato. Además, tiende a causar un mayor número de complicaciones graves, incluyendo dificultad respiratoria y la posibilidad de generar un síndrome inflamatorio multisistémico.
En términos de transmisibilidad, el coronavirus SARS-CoV-2, especialmente con sus variantes más recientes, ha demostrado ser más contagioso que los virus de la influenza; esto se tradujo en su momento a una pandemia; mientras que la influenza suele considerarse una epidemia estacional.
Las vacunas existen para ambas enfermedades, pero mientras que la vacuna contra la influenza se desarrolla anualmente para combatir las cepas más prevalentes de ese año, las vacunas contra la COVID-19 fueron desarrolladas rápidamente debido a la emergencia sanitaria global y se están adaptando para lidiar con las nuevas variantes.
En cuanto al tratamiento, los antivirales pueden ser utilizados en ambos casos, pero los tratamientos específicos para COVID-19 han sido desarrollados o adaptados en respuesta al virus.
El tiempo de recuperación de la influenza va de 3 a 7 días, aunque en los casos graves pueden ser hasta dos semanas; en el caso del COVID, con su más reciente variante Pirola, puede incubarse de entre dos a 7 días de haber estado expuesto al virus, pero la recuperación podría variar de unos días a varias semanas. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos recomiendan finalizar el aislamiento hasta no tener más síntomas.
Las medidas de salud pública implementadas en el pasado como una respuesta a la COVID-19 fueron de una magnitud y escala mucho mayores en comparación con la influenza, con cierres de fronteras, cuarentenas y la implementación de estrictas medidas de higiene, como el uso de mascarillas y el distanciamiento social. La influenza, por otro lado, se aborda principalmente con campañas de vacunación anuales y medidas de higiene personal estándar.