Hoy en día, Chichén Itzá es una de las zona arqueológicas clave no sólo del sureste del país, sino de todo México. Sus impresionantes edificaciones así como el valor cultural que tiene la han convertido en uno de los principales destinos turísticos.
No sólo los ciudadanos mexicanos visitan las ruinas todos los días, sino también extranjeros de todo el mundo, que viajan miles de kilómetros para ser testigos de los más hermosos edificios que tiene la zona como “El Castillo” de Kukulkán.
Y es que desde hace varios años, Chichén Itzá es considerada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, además de que forma parte de la lista de las nuevas maravillas del mundo moderno. Su arquitectura ha conquistado a miles de entusiastas del México Antiguo.
Chichén Itzá es una zona protegida, bastante bien cuidada, y recibe millones de turistas. Pero esto no siempre fue así. Muchos años tuvieron que pasar para que la bella zona del sureste de México tuviera la apariencia de hoy en día.
Hace muchos años, la zona arqueológica estaba en malas condiciones, devorada por el tiempo, avejentada por los años y medio oculta por la espesa selva que crece en Yucatán.
El descubrimiento de Chichén Itzá
Chichén Itzá, ubicada en la península de Yucatán en México, es una de las ciudades mayas más grandes y mejor restauradas. La ciudad alcanzó su apogeo entre los siglos IX y XI. El sitio fue descubierto para el mundo académico por John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood en 1840.
Si bien, ambos exploradores extranjeros no fueron los primeros en recorrer las ruinas escondidas en la selva, sí son considerados los pioneros pues lo documentaron todo y entregaron al mundo un interesante recopilatorio de lo que vieron que puso a Chichén Itzá en el ojo del mundo.
Ambos extranjeros escribieron libros y elaboraron las primeras ilustraciones de las espectaculares edificaciones que encontraron. Pero no fue hasta años después cuando comenzaron a circular las primeras fotografías.
Las fotos de Chichén Itzá que maravillaron al mundo eterno
Teoberto Maler fue un explorador y arqueólogo del siglo XIX, nacido en Roma en 1842 de padre austríaco y madre italiana, y fallecido en 1917. Se mudó a Austria en su juventud y más tarde se nacionalizó austríaco. Luego se estableció en México y es conocido por su dedicación al estudio de las ruinas mayas en la región de Mesoamérica.
Maler trabajó inicialmente en Guatemala y luego se trasladó a la península de Yucatán, donde dedicó gran parte de su vida a documentar meticulosamente sitios mayas, muchos de ellos desconocidos hasta ese momento por el mundo académico. Fue pionero en usar la fotografía para documentar sus hallazgos, lo que permitió una difusión más amplia de sus investigaciones.
Gracias a Teoberto (que antes llevaba el nombre de Teobert pero que decidió cambiarlo por su conexión con el idioma español), hoy tenemos interesantes fotografías de importantes edificaciones mayas, como de la pirámide de Kukulkán, misma que ha impresionado a nacionales y extranjeros de todo el mundo.
Teoberto Maler contra Edward H. Thompson
Teoberto Maler desempeñó un papel crucial en la denuncia de las prácticas de Edward H. Thompson, conocido por haber sacado numerosos artefactos mayas del Cenote Sagrado de Chichén Itzá, los cuales envió a museos en Estados Unidos.
Maler, que valoraba la preservación de las ruinas mayas y desaprobaba la remoción de artefactos de su contexto original, utilizó su influencia para hacer públicas las acciones de Thompson, escribiendo a las autoridades y a la comunidad científica, así como informando a la población local sobre la importancia de proteger el patrimonio cultural.
Aunque muchas de sus observaciones se consideraron secundarias en su tiempo, Maler fue uno de los primeros en reconocer la importancia de preservar los monumentos en su ubicación original. Muchas de sus fotografías, dibujos y notas proporcionan detalles invaluables sobre sitios mayas que posteriormente han sido alterados o sufrieron deterioro.