La mitología mexicana no le pide nada a los cuentos del folclor europeo. Así lo ha demostrado la literatura oral de civilizaciones ancestrales como la de los mayas. En sus historias no sólo abundan poderosos dioses y fantásticas ciudades perdidas, sino también criaturas monstruosas que, por lo que cuentan las leyendas, deambulaban por el Mayab.
Y es que los mayas son de las comunidades que continúan en contacto con sus raíces precolombinas, a pesar del tiempo. Por ello, muchos de sus mitos y leyendas siguen vivas en su imaginario colectivo. Tal es el caso de los Ocol Pixán, monstruosas criaturas que aterrorizaban a los muertos y sus familias.
Los Ocol Pixán se alimentaban de almas, al más puro estilo de un cuento de terror. Estas bestias, junto a otras como los famosos aluxes, forman parte de la mitología maya que tanto impresiona a entusiastas del México Prehispánico. No es casualidad que sitios clave de la cultura como Chichén Itzá, son visitados a diario por miles de turistas.
Esta era la apariencia de los Ocol Pixán
Según los relatos sobre las criaturas que deambulaban por el Mayab (nombre que tenía el sureste de México antes de la llegada de los españoles y la conquista que lo cambió todo), los Ocol Pixán eran seres del inframundo con un aspecto muy particular, por no decir espantoso.
El escritor Ramón Valdés Elizondo, experto en mitología prehispánica, da una interpretación de su físico. Carecían de dos rasgos que caracterizan a los seres humanos: ojos y nariz. Boca sí tenían, pero no se parecía nada a la boca de ningún animal conocido. Al contrario, tenían fauces monstruosas. Su cuerpo era cadavérico, grisáceo y sin pelo.
Cómo comían los Ocol Pixán
La aparición de estos espectros de la muerte se da bajo ciertas condiciones: durante la agonía de un maya. Cuando un maya está por morir, su cuerpo atraviesa una serie de ritos que hace un curandero conocido como X’men, quien prepara tanto el cuerpo como el alma del difunto.
Durante este proceso es cuando puede aparecer un Ocol Pixán, con las intenciones de comerse el alma que todavía no trasciende del muerto en cuestión. Si esto llega a pasar, el X’men que está trabajando al muerto debe poner todas sus ganas para detener al espectro y así evitar que el espíritu sea devorado, tal cual cuenta el escritor de Flor Negra.
Una de las medidas del chamán encargado de salvaguardar al muerto es abrir puertas y ventanas de par en par para que, cuando muera el maya, su alma escape rápidamente de las garras de Ocol Pixán.
La mitología maya es parte integral de la cosmogonía y la religión de la civilización maya, que floreció en regiones de lo que ahora son México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador. Las creencias mayas están registradas en variados textos, como los códices, y se reflejan en las inscripciones jeroglíficas y el arte monumental. Las criaturas como el Ocol Pixán del mundo maya corresponden a la literatura oral que también forma parte la mitología.
El mismo autor Valdés Elizondo ve semejanzas entre este monstruo del folclor maya y criaturas fantásticas inventadas por escritores europeos como J. K. Rowling, lo que nos demuestra la riqueza cultural que también existe de este lado del mundo.