Así orquestaron El Chapo y El Mayo el plan para asesinar a los Arellano Félix

La década de 1990 se caracterizó por la guerra entre los cárteles de Tijuana y Sinaloa que terminó con la victoria de El Chapo Guzmán y El Mazo Zambada sobre los hermanos Arellano Félix

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'El Chapo' Guzmán y 'El
'El Chapo' Guzmán y 'El Mayo' Zambada (Infobae)

Era el 8 de noviembre de 1992; la sede, la discoteca Christine, en Puerto Vallarta, Jalisco; los blancos, los hermanos Ramón y Benjamín Arellano Félix; los responsables de las seis muertes, Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada.

La presencia de los Arellano Félix era usual en las discotecas Baby’O (Acapulco) o Christine; pero según el periodista Jesús Blancornelas, su asistencia esa noche de noviembre se debió a una invitación directa de El Chapo Guzmán y El Mayo Zambada para irse de vacaciones a Puerto Vallarta.

Según la narración de Blancornelas en su libro El Cártel, a la fiesta en Christine también estaba invitado el comandante de la Policía Judicial Federal, Adolfo Mondragón Aguirre -encargado de la protección de los Arellano Félix-, quien a última hora se excusó diciendo que había llegado a Boca de Tomatlán un cargamento de cocaína que no pertenecía a los hermanos y “había que pararlo”.

El Mayo Zambada llamó por teléfono y dijo que “tenía un jale”, pero ya había girado órdenes para que los trataran “muy bien” en la discoteca; el único que asistiría sería El Chapo Guzmán, pues Benjamín se enojó por el desplante y decidió no ir. A última hora Ramón Arellano Félix decidió que él si iría junto a un buen número de pistoleros y de su hermano menor Francisco Javier “El Tigrillo”.

Tenían escasos minutos de haber llegado cuando apareció medio centenar de sicarios y comenzó una de las balaceras más recordadas entre narcos; los dos “Aretes” salvaron la vida, Ramón porque salió huyendo por la ventana de un baño, Francisco porque le perdonaron la vida: “La cosa es con él (Ramón) y con nadie más”.

(FBI)
(FBI)

La guerra de los Arellano Félix contra El Mayo Zambada

Dice el periodista creador del Semanario Zeta aseguró que los pistoleros de El Chapo y El Mayo se llevaron a “El Tigrillo” a Nuevo Vallarta; todos pensaban que lo matarían pero le perdonaron la vida porque “con él no era la bronca”, además para mandarle un mensaje a Ramón de lo que eran capaces.

Sin embargo, la hipótesis de la presunta invitación pierde fuerza al recordar que en esa época ya existía una fractura importante entre ambos grupos criminales; incluso Ramón Arellano Félix había organizado varios atentados contra El Mayo Zambada y ofrecido hasta un millón de pesos a quien le llevara su cabeza. El 29 de mayo de ese año Ramón Arellano Félix planeó un ataque con un coche bomba para asesinar a Zambada García pero falló; se dijo entonces que lo de Christine era en represalia a dicho evento.

Lo cierto es que los pistoleros de los que se convertirían después en líderes del Cártel de Sinaloa bajaron de un camión de carga y tres camionetas -según testigos- e iniciaron una balacera tanto fuera como dentro de la discoteca que dejó un saldo de seis personas muertas.

(Twitter/@PacorroStanley//Oficina del Departamento de Estado
(Twitter/@PacorroStanley//Oficina del Departamento de Estado de EU)

En menos de ocho minutos llenaron de balas el lugar; dejaron dos muertos en una mesa y al no encontrar a Ramón el comando de los sinaloenses se manchó rumbo a Tepic, a Nuevo Vallarta, donde se presume que dejaron libre a “El Tigrillo”.

Blancornelas dice que el héroe de la noche fue David Corona Barrón, alias “EL CH”, uno de los llamados narcojuniors de los Arellano Félix: sería él quien detectó la presencia de los pistoleros de El Chapo y El Mayo cuando ingresaron a Christine y se sentaron a distancia de tiro; también sería él quien ordenara a Ramón irse al baño mientras enfrentaba con escopeta en mano a los sicarios.

Pero esa noche no hubo héroes, sólo uno más de los capítulos de venganzas entre los Arellano Félix y los líderes del Cártel de Sinaloa; otros episodios de esta guerra se vivieron en el aeropuerto de Guadalajara en 1993 y en el carnaval de Mazatlán en 2002. Ahí murieron el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y Ramón Arellano Félix.

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