El circo es uno de los divertimentos con más historia en nuestro país y ha sufrido diversas transformaciones a lo largo del tiempo. Desde los más sencillos que se instalaron en México luego de que se popularizara en Europa y Estados Unidos, pasando por los que eran auténticos zoológicos, hasta los que conocemos hoy en día donde ya no se permiten animales pero sí magos, payasos y malabaristas.
Nuestro país ha sido sede de maravillosos circos extranjeros, aunque también ha sido cuna de importantes exponentes nacionales. La verdad es que el circo es un entretenimiento sano y que, a diferencia de otros centros de entretenimiento como el cine, suele ser más barato y es accesible para la mayoría de los mexicanos.
Es cierto que casi todos los ciudadanos de este país hemos estado en la circular tribuna de un circo, maravillandonos con los payasos y sus graciosadas, los equilibristas desafiando a la gravedad y la muerte, los magos que nos han hecho soñar con mundos fantásticos y, hace algunos años, con fieras bestias de la naturaleza.
Pero todo tiene un inicio, y en México, el circo llegó en unos años antes del estallido de la Guerra de Independencia gracias a un hombre inglés.
Philip Lailson, el inglés que trajo el circo a nuestro país
En pleno avance de las guerras independentistas, Philip Lailson, un empresario de origen inglés, llegó a México con una idea revolucionaria que marcaría un antes y un después en la industria del entretenimiento en nuestros país.
El circo estaba en su apogeo en otras partes del mundo, específicamente en Europa y en Estados Unidos, donde ya llevaba un buen recorrido maravillando con sus atracciones a personas que quedaban fascinadas con la idea de un lugar donde se admiraba lo increíble y lo fascinante.
Siendo fanático de todo esto, Philip Lailson sabía que tenía que dar un paso hacia adelante con respecto a aquel entretenimiento, romper fronteras y llevarlo más allá: al otro lado del océano, donde muchas cosas todavía se desconocían.
Igual que como pasó con el cine cuando arribó a nuestro país durante el porfiriato, el circo fue toda una revelación. Philip Lailson abrió las puertas de su Real Circo de Equitación, donde los principales artistas eran ingleses como él, pero también italianos, franceses y hasta españoles. El show estaba enfocado en los equilibristas que desafiaban la gravedad y, claro, en caballos.
De esta forma, la sociedad de México, que por aquel entonces todavía era Nueva España, quedó maravillada ante todo lo que se podía hacer dentro de una carpa. El circo fue todo un éxito, por supuesto, sin embargo, y para la mala fortuna del inglés, los tiempos de guerra hicieron que su travesía fuera bastante complicada.
La llegada del circo a México duró bastante poco, y aunque fue osado, Philip Lailson es considerado como el padre del circo moderno en México.
Charles Green, el segundo en la lista de los circenses en México
Tuvieron que pasar varios años para que el circo tuviera una segunda oportunidad en México. El país ya era independiente de España y la nación gozaba de un periodo de relativa paz. Entonces un hombre de Estados Unidos, llamado Charles Green, vino al país para inaugurar el segundo circo en su historia.
Así nació, en 1831, la compañía de circo del estadounidense, misma que se quedó varios años e incluso tuvo varios espectáculos en la Plaza de Toros de la Alameda.
Conforme el tiempo pasó, los circos se fueron perfeccionando y nuevas atracciones se añadieron al itinerario. También, eventualmente, surgieron las primeras carpas mexicanas. En 1841, José Soledad Aycardo fundó el primer circo mexicano, que duró en escena 25 años.