En el centro de la Ciudad de México, el Zócalo ha sido escenario de reveladores descubrimientos arqueológicos, liderados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La Plaza de la Constitución, junto al distintivo mástil de la bandera en el centro de la capital, resguarda secretos milenarios que han emergido de las profundidades del pasado.
Hace 174 años, esta explanada circular adoptó el nombre de Plaza Principal, abarcando más de 20,000 metros cuadrados. Este vasto espacio, definido por un elemento arquitectónico de dimensiones notables, se erige como testimonio de la historia mexicana.
La visión inicial de erigir un monumento para conmemorar la Independencia, proyectado por el presidente Antonio López de Santa Anna en 1843, quedó trágicamente eclipsada por las turbulentas circunstancias económicas y políticas de la época, según las declaraciones del INAH.
Los arqueólogos del INAH mencionan la singularidad de tener “un elemento arquitectónico de estas dimensiones defina una de las plazas más grandes del mundo”. El monumento original, destinado a conmemorar la Independencia, se convirtió en una víctima de las vicisitudes que caracterizaron a México en ese período.
Cambios eléctricos a la urbe
En 1978, durante trabajos eléctricos cerca de la Catedral Metropolitana, se descubrió un monumental monolito, desencadenando excavaciones que revelaron no solo restos de la antigua metrópolis azteca de Tenochtitlán sino también detalles reveladores de la época colonial.
A pesar de la intención inicial de ocultar los vestigios de los templos aztecas bajo la construcción de la catedral en 1573, las excavaciones recientes han demostrado que el pasado de México es más complejo de lo que se pensaba.
Debido a ello, en la Catedral de México se esperaba encontrar los antiguos templos aztecas, pero el asombroso descubrimiento se extendió hasta el Palacio Nacional, la actual residencia presidencial. Este sitio alberga las ruinas del palacio de Moctezuma II, el último emperador azteca que pereció durante la conquista española.
Mundo protegido por la Ley
La legislación vigente requiere que todas las empresas en el centro de la ciudad informen y detengan las obras en caso de descubrimiento de vestigios arqueológicos. Ejemplo de ello fue el hallazgo en 2017 del ‘gran tzompantli’, una imponente estructura de 35 metros llenos de calaveras utilizadas por los aztecas para exhibir cráneos de víctimas sacrificiales.
Este impactante descubrimiento no solo confirmó antiguas crónicas sino que también resaltó la importancia de seguir explorando el subsuelo de la capital mexicana.
Las excavaciones han desenterrado más de 500 metros cuadrados de terreno, revelando similitudes históricas separadas por siglos. Los trabajos continúan, y los guías de la Catedral ahora ofrecen recorridos subterráneos por las ruinas de los antiguos templos tres días a la semana.
Esta iniciativa no solo busca preservar el legado histórico sino también recaudar fondos para continuar la exploración de este fascinante tapiz arqueológico.
A pesar de las dudas de algunos historiadores sobre la existencia de túneles secretos bajo la Ciudad de México, los descubrimientos arqueológicos contradice estas afirmaciones. Aunque solo se ha confirmado la existencia de un túnel que conecta la Catedral con el Templo Mayor.