La ruptura de Los Zetas con sus antiguos socios, el Cártel del Golfo, entre el 2009 y 2010, provocó que el brazo armado de una de las organizaciones más antiguas de México expandiera su actividad delincuencial y no sólo se dedicaran a asesinar a sus rivales, por lo que buscaron la forma de obtener recursos económicos cooptando a funcionarios y políticos, como ocurrió con un jefe de área de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT).
El 15 octubre del 2017, elementos federales reportaron la captura en Tamaulipas de Héctor Alejandro Villanueva García, presunto operador de Los Zetas que estaba bajo el mando de Francisco Ramírez Rivera o Juan Fernando Cortez, alias El Ferrari, considerado como uno de los líderes de la estructura criminal en la zona centro de la entidad.
“En seguimiento a un secuestro en Tamaulipas, derivado de trabajos de campo, gabinete y tras rendir diversas partes policiales, se obtuvo la orden de aprehensión en la carpeta de investigación como partícipe del secuestro, por lo que tras implementar un operativo se logró dar cumplimiento a dicho mandamiento judicial en Ciudad Victoria”, detalló un comunicado emitido por la Comisión Nacional de Seguridad (CNS).
Las autoridades federales apuntaban que Villanueva García tenía como función principal hacer cobro de piso y de extorsiones para la estructura criminal.
De acuerdo con la revista Proceso, Héctor Alejandro Villanueva García formaba parte de la plantilla de trabajadores de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) y se le acusaba por los delitos de secuestro y extorsión en Ciudad Victoria.
La vinculación de Villanueva García con el grupo delictivo se reveló tras su captura. Como directivo en la Facultad de Derecho de la UAT, Héctor Alejandro se encargaba de los asuntos estudiantiles y organizaba sorteos cuestionados por premios nunca entregados.
Según la revista, Villanueva también reclutó a decenas de porros para convertirlos en integrantes del crimen organizado: los hizo “halcones”, narcomenudistas y sicarios. Además se encargó de extorsionar a maestros y estudiantes, al tiempo que manejaba y lavaba dinero para el cártel que en ese entonces lideraba Omar Treviño Morales, El Z 42.
La entonces Comisión Nacional de Seguridad relacionaba a Villanueva, quien operó varios años en la UAT, con una serie de delitos graves, incluyendo secuestros de estudiantes y homicidios.
La familia de uno de los estudiantes desaparecidos fue quien interpuso una denuncia en contra del directivo de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. En un principio, acudieron a la entonces Procuraduría General de Justicia estatal sin recibir una respuesta efectiva, por lo que se vieron obligados a ir con la justicia federal que finalmente finalizó en el arresto de Villanueva García.
Los estudiantes de la UAT también denunciaron prácticas coercitivas de Villanueva García, quien los obligaba a adquirir boletos para rifas universitarias que no cumplían con la promesa de premios reales, contrastando con las ofertas de otras instituciones educativas.
El caso obtuvo mucha cobertura en medios de comunicación a nivel nacional, tras evidenciar la infiltración del crimen organizado en instituciones de educación superior y la utilización de cargos administrativos para el beneficio de actividades ilícitas.
Por su parte, El Ferrari fue capturado por fuerzas federales el 17 de mayo del 2014, y en ese entonces formaba parte de los objetivos prioritarios de las autoridades estatales y federales, pues operaba particularmente en los municipios de Ciudad Victoria, El Mante, San Fernando, Hidalgo, Padira y la Llera.
Este líder regional de Los Zetas era considerado como uno de los principales operadores y hombres de confianza de El Z 42, quien en ese entonces mantenía una pugna con el Cártel del Golfo por el control del territorio.