En el corazón de la milenaria narrativa de los Reyes Magos, un relato menos conocido ha cobrado fuerza a lo largo del tiempo sobre la posibilidad de un cuarto Rey Mago: Artabán. Este enigmático personaje, eclipsado por la renombrada trinidad de Melchor, Gaspar y Baltasar, ha emergido como un símbolo de compasión y altruismo, tejiendo una leyenda que despierta curiosidad y reflexión.
La historia de Artabán, según relatos transmitidos a lo largo de generaciones, cuenta la travesía de un sabio sacerdote medo que, al igual que sus tres compañeros magos, avistó la estrella de Belén, anunciando el nacimiento de un Rey en Judea. Con un don para la profecía y provisto de valiosos obsequios, Artabán se dispuso a unirse a la búsqueda del Mesías.
¿Qué pasó con Artabán?
De acuerdos a las leyendas, el Rey Mago Artabán en su camino hacia el encuentro con el Niño Jesús estuvo marcado por una serie de eventos desafortunados. En su viaje se enfrentó a situaciones que exigieron su ayuda, transformando su propósito inicial en una cadena de actos de caridad y compasión.
Cada gesto altruista, cada donación de sus valiosas joyas destinadas como ofrenda, lo retrasaba en su búsqueda, extendiendo su viaje por más de treinta años, al ser apresado y condenado a prisión.
Artabán portaba tres valiosos regalos destinados al Mesías, entre ellos un diamante de considerables dimensiones, pero su camino se vio interrumpido al toparse con un hombre herido. Sin dudarlo, ofreció el diamante como ayuda, retrasando aún más su llegada.
El retraso continuó cuando, al llegar a su destino, encontró la ausencia de Melchor, Gaspar y Baltasar, los otros tres Reyes Magos. En un acto de desesperación por encontrar al niño Jesús, enfrentó la realidad de una ciudad bajo el mandato cruel de Herodes, presenciando la masacre de niños.
El intento por salvar una vida intercambiando uno de sus regalos, un rubí, le llevó a ser apresado y condenado a tres décadas de prisión. Al cumplir su condena, se encaminó nuevamente en su búsqueda.
El relato alcanza su clímax cuando, llegando a Jerusalén en el momento de la crucifixión de Jesús, Artabán se da cuenta de que ha llegado tarde para presentar sus regalos. En un último acto de generosidad, utiliza su última joya para salvar a una joven de la esclavitud.
Aunque llegó tarde para conocer al Mesías en vida, sus actos altruistas le otorgaron una visión, donde Jesús reconoció y agradeció sus gestos de bondad antes de su fallecimiento.
Su historia trasciende, a pesar de no aparecer en textos bíblicos
Aunque la historia de Artabán no figura en los textos bíblicos, su legado trasciende como una inspiración atemporal. Esta leyenda nos invita a reflexionar sobre la importancia de la compasión y la influencia de las acciones individuales.
Más allá de la trinidad conocida de los Reyes Magos, Artabán representa la grandeza que reside en la bondad hacia los demás. Su historia recuerda que la verdadera grandeza puede encontrarse en la compasión, el amor y la generosidad hacia los demás, valores que perduran a lo largo del tiempo como la esencia de su legado.