Pocos pueden presumir haber escapado de una cárcel de máxima seguridad, muchos menos aquellos que en su historia criminal hayan concretado dos fugas: Joaquín El Chapo Guzmán y Alberto Sicilia Falcón son esos dos extraordinarios personajes del mundo del narco que lograron dos fugas cada uno, las cuatro consideradas de carácter espectacular.
Después del triunfo de la Revolución Cubana y del ascenso de Fidel Castro al poder, el cubano Sicilia Falcón se exilió en Miami, donde comenzó con la vida criminal en la prostitución y el tráfico de drogas que terminaría por llevarlo a la ciudad de Tijuana, Baja California, donde se convertiría en uno de los primeros y más importantes traficantes de cocaína a la ciudad de Los Ángeles, California.
Mucho antes de que aparecieran en escena los hermanos Arellano Félix, Alberto Sicilia Falcón ya dominaba la frontera de Tijuana con San Diego, pero todo eso termino cuando fue arrestado en su residencia de la Ciudad de México, ubicada en el Pedregal, a unos pasos de donde hoy se erige la plaza Perisur.
El narco cubano que tenía una relación con Irma Serrano, “La Tigresa”, y que se afanaba por sus ostentosas fiestas con políticos y artistas de la época, a quienes deleitaba con drogas y champagne, fue capturado en julio de 1975 y trasladado al Palacio Negro de Lecumberri.
La prisión que tuvo a huéspedes distinguidos como José Revueltas y David Alfaro Siqueiros acababa de recibir al “Barón del Delito” cuando un helicóptero sobrevoló Lecumberri y lanzó una soga ante el asombro de los reclusos y custodios.
Antes de que los guardias del “Palacio Negro” pudieran hacer algo -pero después de torturar a Sicilia Falcón para que delatara a sus cómplices y sus relaciones con la CIA- el narco que inspiró a El Chapo Guzmán tomó la soga y escapó de la cárcel. Para su desgracia una unas semanas después lo denunciaron y lo volvieron a detener.
Fuga al estilo Chapo Guzmán
Menos de un año después Alberto Sicilia Falcón lo volvería a intentar, pero en esa ocasión mediante un túnel de 40 metros de longitud y 80 centímetros de diámetro que cavó hasta una casa ubicada en la Tercera Cerrada de San Antonio Tomatlán, a unos pasos de donde hoy se levanta el Archivo General de la Nación (AGN).
Cuando los custodios lo buscaron, el narco cubano ya había escapado como lo haría El Chapo Guzmán casi 40 años después pero desde el penal del Altiplano, a través de un túnel y en compañía de tres de otros tres reclusos.
Una vez más la libertad no le duró mucho y sólo cuatro días más tarde (30 de abril de 1976) fue recapturado en una casa de la colonia Narvarte de la Ciudad de México. En esa ocasión lo trasladaron al penal del Altiplano, donde El Chapo Guzmán llegaría décadas más tarde. Lecumberri cerró sus puertas cuatro meses después de la segunda fuga.
Después de cumplir su condena en 1999 poco se supo de Alberto Sicilia Falcón, el narco que tuvo contacto con los grandes capos de la época como Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo, Pablo Escobar y los propios hermanos Arellano Félix.
Pero en su historia criminal se tiene conocimiento de sus conexiones con los cárteles colombianos de Cali y Medellín; así como su papel activo para colaborar con la CIA en la entrega de armas para las guerrillas anticomunistas de la época que se erigieron en Centroamérica, para lo cual la agencia estadounidense utilizó las rutas de la cocaína con el fin de armar las llamadas contras que desestabilizaran los gobiernos de la región.