Los comienzos de la producción de opio en México se suele relacionar con los migrantes chinos que llegaron al país en las primeras dos décadas del siglo XX, principalmente a los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa. Entre los personajes más destacados se encuentra Lai Chan Wong, un médico que solía cultivar amapolas en el patio de su casa para curar hernias y úlceras.
Wong no actuó solo, sino que mantuvo una relación de amistad con un presidente municipal de Badiraguato (en Sinaloa) que ayudó a establecer la primera red de cultivo y distribución de opio en la región. Su nombre es Melesio Cuén Cázares y hoy en día también es recordado como un cacique que tenía un gran poder de influencia sobre los pobladores.
Chan Wong nació en Hong Kong en 1869, pero tuvo que abandonar su país porque supuestamente embarazó a la esposa de su tío. Primero se trasladó a Estados Unidos. Con la llegada de la Revolución Mexicana en 1910, se unió al ejército como médico.
En 1927 llegó a Badiraguato (municipio donde nació Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán) y se cambió el nombre a José Amarillas. En ese lugar abrió un pequeño consultorio. “Su principal talento era el manejo del dolor. Para eso usaba goma de opio que obtenía de las amapolas que cultivaba atrás de su casa y que cocinaba hasta formar una pasta soluble”, menciona Benjamin T. Smith en su libro La Droga: la verdadera historia del narcotráfico en México.
Cuén era más joven que Amarillas, pero forjaron una estrecha amistad debido a que eran vecinos. Incluso, fue padrino de uno de los hijos del médico chino. El historiador Smith lo describe como un autócrata carismático, pudiente y con contactos en las esferas más altas del gobierno estatal. Entre sus logros destaca haber llevado al municipio la primera tortillería con máquinas y el primer cine.
“Cuén encarnaba esas tres cualidades. Tenía amigos poderosos, desde grandes hacendados en las llanuras sonorenses hasta generales revolucionarios en el palacio de gobierno del estado (...) Durante buena parte de los años treinta y cuarenta, designó a todos los funcionarios locales, desde el fiscal regional y los policías hasta la persona encargada de llevar el registro de los nacimientos y las defunciones”, señala el autor sobre la influencia de Melesio.
En al menos tres ocasiones, Cuén se desempeñó como presidente municipal de Badiraguato. Su último mandato fue en los años cincuenta. Para ese entonces, ya se había involucrado en la producción de opio junto a su amigo Amarillas.
Y es que además de cacique y servidor público, Cuén era conocido por sus labores como sanador y farmacéutico. Durante la Revolución Mexicana, se dedicó a curar las heridas de los “rebeldes” de Badiraguato. A partir de ello, volvió a su tierra y abrió un consultorio médico.
Cuén tuvo conocimiento de los métodos usados por Amarillas y ambos lograron establecer un entramado que incluía a inversionistas, policías, comerciantes y campesinos, quienes trabajaron en conjunto para cultivar amapolas y producir opio en grandes cantidades.
“Por ahí de 1936, los intereses en común de Cuén y Amarillas empezaron a rendir frutos. El cacique comenzó a combinar las técnicas de curación del chino, sus propios conocimientos sobre medicina y farmacéutica, y su influencia política. Y juntos crearon la primera red auténtica de cultivo y producción de opio del municipio”, señala Smith.
Gracias a su influencia política y su cargo público, Cuén pudo operar libremente, según menciona Froylán Enciso Higuera en su texto Nuestra historia narcótica. Su red llevó a que incluso incluso pobladores de Santiago de los Caballeros cultivaran las amapolas afuera de sus casas y en la plaza central.
“Melesio era uno de los encargados de supervisar las cosechas y el tráfico del enervante, teniendo conocimiento de los operativos realizados por los encargados de campañas antidrogas en Badiraguato, quienes funcionaban como inspectores a su servicio, autorizando quiénes tenían derecho al ‘disimulo’, pues los campesinos consideraban actuar bajo el amparo de aquellos a quienes pagaban cuotas”, apunta Higuera.
En el año 2015, el nieto de Melesio, Héctor Cuén Ojeda (quien fue presidente municipal de Culiacán de 2011 a 2012), indicó para el periódico Noroeste que su abuelo era considerado como el médico del pueblo en los años 30, y aseguró que su familia no se ha visto involucrada en el tráfico de drogas.
“Mi abuelo fue un hombre muy querido. La gente lo conoció como un empresario muy trabajador”, aseguró Héctor. Pese a ello, su nombre aún es asociado con la primera red de producción de opio en Badiraguato.