Quién era el poderoso dios que los mexicas veneraban en las fechas de Navidad

Este es el “niño dios” que los antiguos mexicanos adoraban a finales de año

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Los mexicas tenían una celebración muy parecida a la Navidad 


(Imagen ilustrativa Infobae)
Los mexicas tenían una celebración muy parecida a la Navidad (Imagen ilustrativa Infobae)

Las fiestas decembrinas, incluída la tradicional Navidad, son festividades que llegaron a México tras la conquista española. Por supuesto, al forma en la que los ciudadanos de este país las celebramos deriva del sincretismo que se formó a partir de la mezcla de ambas culturas, tan distintas entre sí.

No obstante, tal cual ocurre con El Día de Muertos (otra tradición producto de la unión de ambas culturas), los antiguos mexicanos prehispánicos también tenían su propia Navidad. De hecho, muchas de las fechas coinciden, y de la misma forma que los católicos, los mexicas veneraban a el nacimiento de uno de sus dioses más icónicos y poderosos.

Las religiones politeístas que existían en México son admiradas por historiadores y entusiastas de la cultura de todo el mundo. Gracias a los vestigios que antiguas culturas dejaron tras su caída provocada por La Conquista en el año 1521, hoy podemos conocer mucho sobre ellas.

Huitzilopochtli, el “niño dios” de los mexicas que celebraban en épocas decembrinas

Huitzilopochtli fue una de las deidades más importantes para las culturas mesoamericanas.
Huitzilopochtli fue una de las deidades más importantes para las culturas mesoamericanas.

Durante el solsticio de invierno, época del año donde también se celebra la Navidad en muchas partes del mundo, se llevaba a cabo el Panquetzaliztli en el corazón de la impresionante ciudad mexica que hoy en día sigue siendo admirada por los fanáticos de la historia: La Gran Tenochtitlan, ciudad de guerreros, nobles, sacerdotes y, por supuesto, Tlatoanis.

El Panquetzaliztli era una festividad que celebraba el nacimiento del dios más querido por los indígenas mexicas: Huitzilopochtli, señor de la guerra, advocación solar, patrono de los mexicas y también conocido como el colibrí zurdo.

Cuenta la leyenda, que la diosa de la fertilidad, Coatlicue, quedó embarazada cuando una esfera de plumas descendió del cielo. El producto de esta sobrenatural unión fue Huitzilopochtli, quien quiso ser asesinado por sus 400 hermanos, los Centzon Huitznahua, y su hermana, la Coyolxauhqui, al enterarse de que no era un hijo legitimo.

Los intentos de Coyolxauhqui y ejército de hermanos para matar al bebé fueron frustrados cuando éste nació y, armado con una poderosa serpiente de fuego conocida como la espada Xiuhcóatl, los asesinó con facilidad. A Coyolxauhqui la desmembró brutalmente y de hecho hay una escultura de ésta en el Templo Mayor.

Cómo era el Panquetzaliztli, la Navidad de los mexicas

Por supuesto, el nacimiento de tan poderoso dios tenía que estar a la altura, por ello, se organizaban celebraciones que iban desde las representaciones hasta, claro, los honorables sacrificios. Por ejemplo, se actuaba aquella batalla mítica entre Huitzilopochtli contra su hermana y el ejército de ésta.

También, en el templo del dios al que celebraban se llevaban a cabo brutales asesinatos, donde arrojaban cuerpos por las escalinatas y extraían corazones en honor de la deidad. Pero no todo era tan escandaloso, pues los mexicas también se decantaban por festejos un poco más inocentes.

Por ejemplo, elaboraban un curiosa escultura en honor a Huitzilopochtli, a la que llamaban “dios colibrí”, a partir de una pasta hecha con amaranto, maíz tostado y extracto de maguey. Esta escultura comestible recorría gran parte de la ciudad y después era repartida entre los ciudadanos para que éstos se alimentaran de ella.

Sin duda la Navidad y el Panquetzaliztli tienen grandes diferencias, pero también importantes similitudes: ambos festejos son en honor del nacimiento de un dios y ocurren en la última etapa del año. En la tradición mexica no había pastorelas, pero sí representaciones de épicas batallas entre dioses; no había villancicos, pero sí cantos y danzas de alegría; no había cena de navidad tradicional, pero sí una escultura de maíz que se repartía entre el pueblo.

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