La relación entre Joaquín El Chapo Guzmán y Genaro García Luna no sólo estaba basada en el pago de sobornos a cambio de protección e información que ayudara al crecimiento del Cártel de Sinaloa, también se pedían “favores” para ejecutar, detener o desmantelar a las organizaciones que resultaban “incómodas” para ambas partes.
Se dice que fue el propio Chapo Guzmán quien ofreció información clave de los hermanos Beltrán Leyva a cambio de la libertad de su hijo Iván Archivaldo Guzmán Salazar hoy líder de la facción de Los Chapitos, lo que desató la guerra entre ambos grupos que algún día integraron La Federación.
Pero no fue la única organización a la que El Chapo Guzmán “traicionó” durante su relación de complicidad con el ex secretario de Seguridad Pública durante el sexenio del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, para el cual trabajaban como un brazo auxiliar de las dependencias de seguridad a su cargo en las dos administraciones panistas.
A principios del nuevo milenio -justo después de la primer fuga de Guzmán Loera- el Cártel de Los Arreola controlaba el cultivo de amapola en los estados de Nayarit y Jalisco desde dónde la convertía en heroína para satisfacer los mercados de Hawái, Pensilvania y California.
El poder de Los Arreola era tal que dejaba en evidencia a la Agencia Federal de Investigación (AFI), creada y comandada por el propio García Luna-, además de ser un obstáculo para el Cártel de Sinaloa que quería controlar en su totalidad los estados norteamericanos en poder de Magdaleno García Arreola, alias “El Leno”, y Estaban Arreola, “El Gato”.
La orden de El Chapo Guzmán
En el libro El Licenciado del periodista Jesús Lemus se da cuenta del “favor” que García Luna pidió a El Chapo Guzmán, a quien se rumora que ayudó a escapar de prisión después de haberle pagado 16 millones de dólares y el pago anual de otros dos millones; la “tarea” era sencilla, detener y entregar a la AFI a los líderes del Cártel de Los Arreola.
Acostumbrado a trabajar como un brazo armado de la AFI -narra Lemus- El Chapo Guzmán ordenó a Isidro Mesa Flores, alias “El Chapo Isidro”, la tarea de capturar a los capos que cayeron en manos del Cártel de Sinaloa y después de la AFI de García Luna en enero de 2003. Alguien que también ayudó fue Dámaso López Nuñez, quien después de planear la fuga de Guzmán Loera de Puente Grande se unió a las filas del Cártel de Sinaloa controlando la plaza de Nayarit.
Para octubre del mismo año la AFI emitió un comunicado informando que se hacía “entrega extradicional a oficiales del United States Marshals Service de los mexicanos Magdaleno García Arreola y Esteban Arreola (...) Están acusados por el delito de asociación delictuosa para distribuir heroína”.
Con la salida del negocio del Cártel de Los Arreola, el Cártel de Sinaloa se fortaleció y la AFI quedó como una agencia eficaz en el combate al crimen organizado, aunque ellos no habrían participado en la detención.
En tanto, su captura le valió a “El Chapo Isidro” convertirse en el principal jefe de sicarios del Cártel de Sinaloa y de los Beltrán Leyva; a Dámaso, “El Lic”, le dieron paso abierto para pelear la plaza de Baja California, además de convertirse en uno de los más cercanos a Joaquín Guzmán Loera; a García Luna le llovieron las medallas y reconocimientos internacionales que más tarde lo llevarían a ser reconocido como el “súper policía”. Esto último antes de revelarse sus nexos con los cárteles mexicanos y ser detenido en Estados Unidos por crimen organizado y conspiración para traficar cocaína.