Chichén Itzá es uno de las zonas arqueológicas más importantes de todo México y año con año es visitada por millones de turistas nacionales y extranjeros. En 1988, la UNESCO calificó a las ruinas mayas como patrimonio de la humanidad y también se convirtieron años después en una de las 7 Nuevas Maravillas del Mundo Moderno.
Y es que Chichén Itzá tiene una importante carga histórica y cultural, y su belleza es incuestionable. Desde el Cenote Sagrado hasta el Templo de Kukulkán, la ciudad maya ha sido admirada por todo el mundo desde que fue descubierta hace ya varios años atrás.
Chichén Itzá no fue siempre propiedad del gobierno de Yucatán, y de hecho, desde que fue descubierta, lleva mucho más tiempo siendo propiedad de particulares. La famosa zona arqueológica ha pasado por muchísimos dueños: hacendados, exploradores estadounidenses e importantes empresarios yucatecos.
Por décadas, el gobierno de México y de Yucatán entraron en disputa con más de uno de los dueños, pero finalmente, fue en el 2010 cuando por fin, Chichén Itzá se convirtió en una zona perteneciente al gobierno del estado.
La familia Barbachano compró Chichén Itzá a un saqueador
Sin duda, aquella negociación que culminó en 2010 tiene un origen y podemos rastrearla hasta el año 1935, cuando un hombre llamado Fernando Barbachano Peón compró las tierras a los herederos de un explorador estadounidense que, por cierto, fue el propietario de Chichen Itzá por muchos años y que es famoso por haber saqueado el Cenote Sagrado hasta el cansancio, vendiendo al extranjero más de tres mil piezas mayas de gran importancia histórica.
Entonces Barbachano Peón compró Chichén Itzá por 15 mil pesos mexicanos de aquella época. Es necesario decir, que el empresario era miembro de una de las familias más importantes de Yucatán. Vio el potencial turístico que tenían las tierras que recién había adquirido y construyó varios hoteles para fomentar la llegada de nacionales y extranjeros.
Fox ofreció 8 millones a los Barbachano por Chichén Itzá
Por supuesto, hubo varios intentos por parte del gobierno de Yucatán para hacerse con Chichén Itzá, sin embargo, estos nunca surtieron efecto. Al contrario, la familia Barbachano cada vez se consolidaba como los dueños legítimos del lugar.
Eventualmente Fernando Barbachano murió, y por ende Chichén Itzá fue heredada a su familia. Las negociaciones para recuperar las tierras comenzaron a tener un rumbo mucho más claro a principios de siglo. De hecho, Vicente Fox mismo escribió una carta a los descendientes de Barbachano para ofrecerles hasta 8 millones, pero el gobierno no recibió respuesta.
Por supuesto que se consideró la expropiación; no obstante, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) siempre buscó una negociación que fuera de común acuerdo. Además, se supo que desde el año 2004, la familia dueña de la tierras se había amparado a nivel federal para evitar cualquier movimiento de esa naturaleza.
Las negociaciones entre los Barbachano y el gobierno para vender Chichén Itzá
La realidad era que los Barbachano no estaban en contra de la venta, y de hecho, tenían una cifra exacta por las que estaban dispuestos a vender: pedían 750 millones de pesos. Por supuesto, la estratosférica cifra se salía de lo posible.
Fue entonces cuando la gobernadora del estado, Ivonne Ortega Pacheco, perteneciente al Partido Revolucionario Institucional (PRI), logró bajar considerablemente la cantidad, y finalmente, Chichén Itzá fue vendida por Hans Jürgen Thies Barbachano, nieto de Fernando Barbachano, por la cantidad de 220 millones de pesos mexicanos.
Y así concluyó una historia de décadas, donde el gobierno intentó más de una vez adquirir una de las maravillas del mundo moderno. Hoy en día, Chichén Itzá es un sitio protegido, continuamente en restauración, y es hogar de una de las zonas arqueológicas más interesantes de todo México.