Ejército abate más, detiene menos y dispara contra civiles desarmados, revelan documentos de la Sedena

En 15 años de “guerra contra el narco”, militares han matado a más presuntos criminales de los que han sido detenidos, según datos oficiales; mientras que documentos filtrados por Guacamaya Leaks exhiben casos de “gatillo fácil” contra civiles desarmados

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Datos oficiales y documentos filtrados
Datos oficiales y documentos filtrados evidencian el uso desmedido de la fuerza que llegan a utilizar los elementos de la Sedena (Infobae)

Elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) realizaban labores de reconocimiento cuando un vehículo sin placas los rebasó por el costado derecho a exceso de velocidad. Los uniformados, entonces, comenzaron una persecución.

Cuando los militares le dieron alcance impactaron al automóvil por la parte trasera ocasionando que frenaran intempestivamente. Del vehículo bajaron cinco civiles, quienes fueron recibidos a balazos por los soldados, pese a que ninguno de ellos estaba armado. Tres civiles resultaron lesionados: dos por herida de arma de fuego y uno más por consecuencia del choque entre ambos vehículos.

Identificado con el número S2/Disciplina/0745/8229, el oficio forma parte de los millones de documentos filtrados por el grupo de hacktivistas autodenominados Guacamaya Leaks y que fueron revisados por Infobae México.

Captura de los oficios de
Captura de los oficios de la Sedena que detalla el ataque

El documento, que no detalla el lugar exacto de los hechos, se limita a decir que ocurrió en abril del 2022 y hace énfasis en que los militares tienen “estrictamente prohibido realizar persecuciones” y que “únicamente se podrá emplear el armamento cuando exista una amenaza real, actual e inminente”. Ambas órdenes fueron desobedecidas.

Unas semanas antes, la Sedena había registrado un incidente parecido, cuando un grupo de militares disparó en contra de un vehículo sin que existiera una “agresión actual, real, inminente y sin derecho”, ataque que terminó con la vida de una persona.

Según el oficio CO/2372, los hechos ocurrieron en marzo del 2022, en Ojuelos, Jalisco, cuando el personal militar participaba en la “Estrategia para el Fortalecimiento de la Seguridad del Estado Mexicano”.

De acuerdo con el reporte, el uso excesivo de la fuerza “pudo ser consecuencia de la reciente participación de la unidad involucrada en una agresión donde resultó herido un compañero”, es decir, estrés postraumático.

Captura de los oficios de
Captura de los oficios de la Sedena que detalla el ataque

Para evitar que los militares reaccionen de manera “precipitada e irracional”, la Sedena ordenó que todos aquellos uniformados que hayan sido víctima de agresiones de la delincuencia organizada y estado expuesto a situaciones que pudieran generar estrés postraumático deben ser relevados de inmediato.

En ninguno de los dos incidentes los documentos detallan sanciones contra los militares implicados.

Más abatidos que detenidos

Ambos casos evidencian el uso desproporcionado de la fuerza que llegan a utilizar los elementos de la Sedena en su participación en tareas de seguridad pública, mismo que se refleja en datos oficiales.

De acuerdo con el documento “Agresiones contra el personal militar” publicado en la página de la Secretaría de la Defensa, desde enero del 2007 y hasta junio de 2023, los soldados han matado a más presuntos criminales de los que han sido detenidos.

En estos más de 15 años de la llamada “guerra contra el narco”, la Sedena ha protagonizado 5 mil 643 agresiones, dejando un saldo de 5 mil 488 presuntos agresores fallecidos, 859 heridos y 4 mil 788 detenidos.

Tres sexenios, más de 15
Tres sexenios, más de 15 años de "guerra contra el narco" (Jovani Pérez/Infobae)

Esto significa que la Sedena prácticamente abate a un presunto agresor por cada incidente violento en el que se ve inmiscuido.

En siete años, las fuerzas armadas reportaron más agresores muertos en enfrentamientos que detenidos: de 2011 a 2014 –al final del gobierno de Felipe Calderón y al principio de Enrique Peña Nieto–, así como de 2018 a 2020 –el último año del priista y los primeros dos de Andrés Manuel López Obrador.

En el caso de los militares, las bajas y los heridos en agresiones son mucho menores: 335 muertos y mil 893 lesionados. Es decir, un promedio de casi un uniformado caído por cada 17 enfrentamientos.

Con Calderón, los años más letales

Los datos oficiales evidencian que fue durante el sexenio de Calderón cuando no solo se registraron más enfrentamientos, muertos, heridos y detenidos, sino también una mayor letalidad por parte de las fuerzas armadas.

El sexenio panista –con un récord de 2 mil 805 enfrentamientos, 3 mil 367 agresores fallecidos, 427 heridos y 2 mil 754 detenidos– registró un promedio de más de un abatido por enfrentamiento, siendo de 2009 a 2012 los años más letales.

Además, en los últimos tres años del gobierno calderonista –de 2010 a 2012– se reportaron 3 mil 63 presuntos agresores abatidos en elementos de la Sedena, que suma el 55.8% de todos los casos registrados por la dependencia en más de 15 años.

En el gobierno de Calderón también se registra la mayor baja de militares en enfrentamientos: 174, más mil 46 uniformados heridos.

Durante la administración de Peña Nieto –con un registro de mil 688 enfrentamientos, mil 243 agresores muertos, 239 heridos y mil 107 detenidos– se redujo la letalidad del ejército, sobre todo en los últimos años, de 2015 a 2018, con un promedio que rondó un agresor abatido por cada dos enfrentamientos.

Si bien los datos en materia durante el actual sexenio de López Obrador –con un récord de mil 115 enfrentamientos, 878 agresores abatidos, 193 lesionados y 927 capturados– son considerablemente bajos a comparación de sus antecesores, lo cierto es que la letalidad repunto acercándose al promedio de un agresor abatido por enfrentamiento entre 2010 y 2020.

Además, durante los primeros seis meses del año se han registrado 24 militares muertos en enfrentamientos, cifra que no se veía en una década y ya está en el top cinco de los años más letales para el ejército aún sin haber terminado.

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