Antes de que aparecieran en la escena criminal los nombres de Emma Coronel, Adriana Meza, Elsa Félix y Zulema Lindoro -esposas de El Chapo Guzmán y Los Chapitos- existió un reinado de mujeres vinculadas al narcotráfico que se convirtieron en verdaderas líderes de organizaciones criminales en Sudamérica, Centroamérica y México.
A muchos mexicanos les es familiar el nombre de Enedina Arellano Félix, la “narcomami” a quien algunos consideraron siempre como la verdadera líder del Cártel de Tijuana; la contadora -licenciada- que levantó un emporio de bienes raíces y farmacias en Guadalajara para lavar el dinero sucio que llegaba a sus manos y a las de sus hermanos con el trasiego de drogas; la narco a quien Netflix enalteció con una de sus series sobre el crimen organizado en México.
Sandra Ávila Beltrán, la “Reina del Pacífico”, que se presume inspiro la novela de Arturo Pérez Reverte “La Reina del Sur”; la sobrina de Miguel Ángel Félix Gallardo, la familiar de Rafael Caro Quintero y la mujer que se dijo era el nexo entre Colombia y el Cártel de Sinaloa dirigido por Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, quien -corre el rumor- cayó ante los encantos de su belleza.
Los nombres de otras mexicanas dedicadas al narco pero menos conocidas son Guadalupe Fernández Valencia y Luz Irene Fajardo Campos: a la primera de ellas se le consideró como la mujer más poderosa del Cártel de Sinaloa, le decían “La Patrona” y se le encontró culpable de traficar 30 kilogramos de cocaína a la semana y lavar millones de dólares en una conexión Guadalajara-Los Ángeles. En 2017 la extraditaron a Estados Unidos donde la condenaron a 10 años de prisión.
Fajardo Campos, “La Comadre” o “La Madrina”, como la conocían en el Cártel de Sinaloa, era la encargada de dirigir los laboratorios donde se fabricaban metanfetaminas en la zona conocida como el Triángulo Dorado hasta que fue detenida en Colombia y mientras pensaba en cooperar o no con la Agencia para el Control de Drogas (DEA), sicarios secuestraron, torturaron, decapitaron y quemaron a dos de sus tres hijos, algo que entendió como un mensaje de Los Chapitos para “no hablar” y que le costó una condena de 22 años de prisión.
Mujeres del narco, de Colombia a Guatemala
En el marco internacional, Griselda Blanco es considerada como la mujer más importante en la historia del narcotráfico; entre su historia criminal se encuentra el respaldo que le dio a Pablo Escobar para que enviara sus primeros cargamentos de cocaína a Estados Unidos y el asesinato de un niño que secuestró y por quien no le pagaron su rescate, en ese entonces “La Viuda Negra” sólo tenía 11 años.
Digna Valle y Herlinda Bobadilla nacieron en Honduras y se convirtieron en las primeras dos mujeres en ser extraditadas a Estados Unidos: la primera de ellas era el nexo entre Colombia y el Cártel de Sinaloa para el trasiego de droga a través de Centroamérica; su relación con El Chapo Guzmán era tal que se presume que el sinaloense financió la campaña del expresidente Juan Orlando Hernández para que el gobierno protegiera al Cártel de Los Valle.
Por la captura de Bobadilla el gobierno de EEUU ofrecía hasta cinco millones de dólares, algo que finalmente ocurrió en julio de 2022 cuando la extraditaron para enfrentar cargos pro narcotráfico en una Corte de Virginia; se le consideraba como la matriarca del Clan Montes Bobadilla, dedicada al trasiego de droga desde Honduras hacia Guatemala y México.
La lista de las mujeres más poderosas del narco la cierran tres guatemaltecas: Marixa Lemus, Sebastiana Cottón Vásquez y Marllory Chacón Rossell.
A Lemus se le llegó a llamar la “Chapo de Guatemala” o “La Patrona”: el primer apodo tiene que ver con sus dos fugas de prisión, aunque finalmente volvió a ser capturada, tal como al líder del Cártel de Sinaloa; el segundo apodo se da por el imperio narco que construyó sobre el sustento político y económico que le daba el poder de su familia y que la llevó a competir en las elecciones locales de un poblado en uno de los puntos estratégicos para el trasiego de drogas.
Cottón Vásquez, “La Tana”, es considerada una de las narcos más violentas de Guatemala; en el mundo de la droga era la conexión entre Honduras y Sinaloa, es decir, entre El Chapo Guzmán y Digna Valle, hasta que la extradiraton a EEUU en 2014, aunque recuperó su libertad en 2019 al colaborar con la justicia.
Chacón Rossell fue considerado por EEUU como una de las “narcotraficantes más prolíficas de Centroamérica” y que trabajaba de la mano de Sebastiana Chacón y Los Lorenzana -de los cárteles más antiguos de Guatemala-, pero tras la detención de ésta y su extradición decidió entregarse a la DEA y seguir los pasos de su exjefa y colaborar y reducir su sentencia.