El 1 de mayo de 2015, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se enfrentó a un suceso sin precedentes. Un comando de sicarios del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) derribó uno de sus helicópteros con artillería militar y asesinó a nueve de los agentes que viajaban en él.
Aquel día, las autoridades pusieron en marcha la Operación Jalisco, con la que pretendían detener a Nemesio Oseguera Cervantes, alias ‘El Mencho’, en Villa Purificación. Ya habían ubicado el convoy del jefe criminal y tenían un plan para capturarlo, pero no contaban con que la escolta del capo estaba preparada para defenderse.
En la aeronave Cougar, con matrícula 1009, viajaban 18 personas, incluido el entonces suboficial de la Policía Federal Iván Morales Corrales, quien narró en una entrevista para Univisión cómo sobrevivió al violento ataque del cártel de las cuatro letras.
Aquel día, con 33 años de edad, Morales abordó el helicóptero sin conocer detalle alguno sobre la misión que contempló la participación de otras tres aeronaves.
“Nosotros no llevábamos comunicación para nada, por lo mismo, para que no se filtrara la información”, contó el exagente al citado medio.
Antes del amanecer, el escuadrón militar identificó la caravana de vehículos en la que, presuntamente, estaba ‘El Mencho’. El primer helicóptero, en el que viajaba Morales, tenía la misión de ingresar al perímetro, neutralizar cualquier posible riesgo, y arrestar al jefe criminal.
Sin embargo, se encontró con una lluvia de balas calibre .50 y granadas. Para defender a su máximo líder, los sicarios del CJNG usaron al menos una ametralladora pesada Browning M2, un fusil antimaterial Barrett M82 y un lanzacohetes RPG, de origen soviético.
“Veíamos como atravesaban las balas [...] Muchos de los del personal que íbamos pues sí fallecieron en ese momento”, contó el expolicía federal. Los disparos dañaron el rotor del helicóptero, por lo que perdió estabilidad. Instantes más tarde, dos granadas dieron en el blanco y la aeronave comenzó a caer envuelta en llamas.
“Me agarré de donde pude y sentí el impacto, el impacto que gracias al piloto pudo planear todavía el helicóptero, porque si hubiéramos caído en caída libre hubiera explotado”, rememoró Morales.
Cuando el vehículo de la Fuerza Aérea cayó al suelo, Morales no tenía lesiones. Sin embargo, tuvo que decidir entre escapar en medio de los disparos que el cártel aún realizaba, o quedarse ahí ante la posibilidad de ser consumido. “No me importó salir en medio de los obstáculos”.
Antes de correr, Iván tomó su arma corta y disparó contra los sicarios que estaban alrededor. Al tratar de huir, las llamas que cubrían al helicóptero comenzaron a incendiar su uniforme. “Yo salí y sí me empecé a quemar muy rápido [...] Me quité la chamarra y de hecho me quité el chaleco, traía un chaleco y fue lo que me salvó”.
“Me apagué rodando porque todavía esta parte de mi ropa estaba incendiada y fue así como me pude apagar y retirarme del helicóptero”, agregó durante la entrevista con Univisión. Cuando por fin pudo alejarse de la zona, se escondió detrás de una piedra y esperó a que un equipo de la Sedena lo rescatara.
De acuerdo con su testimonio, lo que le dio fuerzas para escapar del incendio fue su primogénito. Al momento en que se sumó a la misión en Jalisco, su esposa estaba embarazada. Iván Morales sufrió quemaduras en 70% de la superficie de su cuerpo, por lo que tuvo que ser hospitalizado.
Se le practicaron 15 cirugías y estuvo en coma con una alta probabilidad de fallecer. No obstante, fue dado de alta en octubre de ese mismo año y un mes después nació su primer hijo.
“Cuando me encontraron, me cuentan que yo les decía que yo me iba a casar, que iba a tener un hijo. Yo quiero conocer a mi hijo y fue más que nada esa fuerza que tuve por salir (sic.)”, aseguró el exagente.