Muchas personas sueñan con estudiar en el extranjero, anhelo que puede verse truncado debido a diferentes circunstancias. Pese a ello, hay una gran variedad de programas y apoyos que pueden hacer que dicho proyecto se concrete; ejemplo de ello es el Programa de Cooperación para la Formación de Recursos Humanos en la Asociación Estratégica Global que existe entre Japón y México.
El programa antes mencionado consiste en que cada año 50 mexicanos viajen a Japón y viceversa, 50 japoneses llegan a México como becarios, con el objetivo de tener estancias en empresas e instituciones en las que puedan especializarse en conocimientos pertenecientes a su área de estudio para que, cuando los beneficiarios vuelvan a su país de origen, puedan aplicar lo aprendido y tengan una visión más amplia sobre su campo.
Recientemente, tras culminar su becariado, tres mexicanos volvieron a su país natal, mientras que dos chicas japonesas llegaron hace un par de semanas a México para aprender de la cultura de nuestro país. Con visiones diferentes y con perspectivas renovadas, compartieron para Infobae México su experiencia.
Intercambio cultural entre México y Japón
La moda y el mundo de las artesanías son algo que desde hace muchos años ha vinculado a México con Japón, y es algo que Yukiko Uscanga, una joven mexicana que es diseñadora de modas, y durante su estancia en el país asiático, anotó que aprendió sobre el diseño de artes y bambú, además de que tuvo la oportunidad de experimentar con un material conocido como Kawaura, que se utiliza para la elaboración de la tela japonesa.
Ernesto Moreno es otro joven mexicano que emprendió el viaje a Japón por un año, donde se especializó en creación de empresas y ecosistemas de innovación en la ciudad de Takamatsu. El joven reveló que se dedica a trabajar con artesanos indígenas, por lo que acudió al país para especializarse en este rubro.
Además, puntualizó en que en México es común que las personas quieran regatear mucho el costo de las artesanías, por lo que invita a concienciar sobre la importancia de rescatar lo que durante tanto tiempo ha hecho que la cultura mexicana sea milenaria.
“Incluye seis meses de trabajo, gente que vive de eso, niños que apenas tienen para comer e ir a la escuela; entonces, si no te gusta el producto, nada más no lo adquieras, pero es parte de tu cultura y es un resultado por lo que es indispensable saberte identificado y de conocer tu país y cultura”, recalcó.
Avisag Quetzalli, otra de las becarias mexicanas de este programa, también aprendió mucho durante su estancia en Japón; su principal desarrollo profesional fue en las áreas de producción, calidad y mejora. La joven comentó que los japoneses siempre buscan mejorar las cosas, que si hacen algo bien, al siguiente día buscan hacerlo aún mejor.
En cuanto a la opinión de los tres mexicanos acerca de lo que México podría implementar de la cultura de Japón, ellos destacaron que podría ser la identidad y el amor hacia el arte y diseño, además de la unión e integración por parte de las personas, empresas e instituciones, para crear un proyecto colectivo funcional, en donde todos participen por igual.
Por otro lado, las jóvenes originarias de Japón que en este momento se encuentran aprendiendo sobre la cultura mexicana son Sakira Nakamura y Nao Murata.
Nao Murata es una joven que vino a México con el objetivo de perfeccionarse en el idioma español para dar clases a los japoneses que radican en México.
La economista, Sakira Nakamura, dio a conocer que la principal razón por la que se encuentra actualmente en México es porque quiere aprender sobre el sistema educativo, para localizar los beneficios y oportunidades de este tipo de enseñanza.