A un costado de la antigua estación de ferrocarriles de Buenavista, que hoy alberga una de las plazas comerciales más populares de la Ciudad de México se encuentra una de las joyas arquitectónicas contemporáneas más admirables y modernas no sólo de México sino del mundo: la Biblioteca Vasconcelos, que recién cumplió 17 años de existencia.
El recinto cultural es obra de los arquitectos Alberto Kalach, Gustavo Lipkau (venezolano formado en la UNAM), Juan Palomar y Tonatiuh Martínez, quienes fueron los ganadores de un concurso al que llegaron más de 700 proyectos de México, pero también de otros países como Reino Unido, Estados Unidos, España y Brasil. Sin embargo, no fueron los únicos proyectos internacionales que llegaron, pues resalta el del reconocido arquitecto argentino Clorindo Testa, quien junto con su colega Mario Roberto Álvarez, envió una idea para la Biblioteca Vasconcelos.
Clorindo Testa es considerado uno de los máximos exponentes de la arquitectura argentina, pese a que en realidad había nacido en Italia en 1923. A este genio se le deben verdaderas joyas arquitectónicas como la Cámara Argentina de la Construcción, el Hospital Naval Central, Paseo del Pilar, el Auditorio de la Paz del Centro Budista Sokka Gakkai de Buenos Aires, el Banco de Londres y la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de Argentina.
Es tanta la importancia de este italo-argentino, que se le considera el máximo exponente de la arquitectura brutalista, una corriente que deja al descubierto los materiales con que se construyen los edificios e inclusos sus elementos estructurales, dándoles un toque minimalista y dejando de lado el diseño decorativo. Su legado es uno de los más destacados de la arquitectura contemporánea, y por ello Google decidió rendirle homenaje en su Doodle de este lunes 27 de noviembre.
El brutal diseño que Clorindo Testa quería para la Biblioteca Vasconcelos
Una vez explicada la relevancia de Clorindo Testa en la arquitectura contemporánea es primordial hablar sobre la ambiciosa idea que él y Mario Roberto Álvarez tenían para la Biblioteca Vasconcelos, la cual desafortunadamente fue desechada porque no era del todo clara y solo estaba explicada con un par de láminas con dibujos intercalados con párrafos explicativos, señala un artículo de Carlos Gustavo Giménez y Julio Valentín, de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Ambos arquitectos planeaban disponer dos extensas cintas onduladas y paralelas a las vías del ferrocarril que queda en Buenavista, las cuales estarían conformadas por una planta baja y tres niveles conectadas por puentes que en conjunto tenían 18 metros de alto; una de ellas sería el depósito de libros y la otra, el área para los lectores. En medio de ellas, los expertos visualizaron un “paseo cultural” con una altura equivalente a las cuatro plantas del edificio.
Fiel al estilo de la brutalidad arquitectónica, el depósito de libros estaría construido con hormigón, a manera de que este material aislara la contaminación sonora proveniente de la calle y la estación de ferrocarriles; mientras que la zona para leer, estaba contemplado construirla con metal y vidrio, dejándola “abierta a la ciudad inmediata”.
De acuerdo con los bocetos del proyecto de Testa, cada una de las estructuras tendría una cubierta de lámina, pero ninguna sería igual a la otra. La de la zona de lectura luciría como una especie de colinas contiguas llenas de vegetación; el área de libros tendría una apariencia similar pero con seis terrazas escalonadas que -en palabras de los autores- funcionaría como un “mirador urbano a 18 metros de altura”. La estructura central tendría una serie de rampas zigzagueantes a desnivel en el centro y en los extremos alcanzando la planta más alta; finalmente, la cubierta que daba a la calle, descansaba sobre una estructura metálica , curva y transparente.
Finalmente, también se contemplaba en el proyecto de Testa y Álvarez un área destinada “a la interacción cultural con cafés, lugares de descanso, meditación y recreo, espacio para la conversación, áreas de exposición y jardines”, se lee en el artículo de la UBA. Este tendría lugar en un edificio industrial contiguo al área destinada para la construcción de la biblioteca, el cual sería recuperado y adaptado para que fuera una gran estructura de barras, plataformas, todas transparentes.