Cuándo fue la última vez que la CDMX se cubrió de nieve

Pocas veces se ha documentado material fotográfico sobre nevadas en la capital del país

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Existen registros de tres nevadas en CDMX a lo largo del siglo XX (X/@tvunam)
Existen registros de tres nevadas en CDMX a lo largo del siglo XX (X/@tvunam)

La caída de nieve es uno de los paisajes más icónicos de la temporada invernal. Aunque dichas imágenes se difunden con frecuencia, han sido pocas las ocasiones en que la Ciudad de México (CDMX) se ha cubierto de blanco por dicho fenómeno meteorológico. Incluso, la última vez que sucedió un espectáculo de ese estilo fue hace más de más de 50 años.

De acuerdo con los registros más recientes, a lo largo del siglo XX se tuvo el registro de tres tormentas de nieve que se precipitaron sobre el terreno capitalino. La primera de ellas aconteció en el año 1907, mientras que 13 años después cayó por segunda ocasión. La última vez que se tuvo registro de una nevada en la Ciudad de México (CDMX), entonces Distrito Federal (DF), fue el 11 de enero de 1967.

Al amanecer de aquel lejano día, la población de la capital tuvo sorpresa al observar un paisaje extraño para el clima de la región. Las calles, iglesias y los monumentos más importantes lucieron una delicada capa de color blanco en las superficies que mostraron su cara al cielo.

El 11 de enero de 1967 el Ángel de la Independencia amaneció entre la nieve (X/@tvunam)
El 11 de enero de 1967 el Ángel de la Independencia amaneció entre la nieve (X/@tvunam)

¿Cómo se vivió la nevada del 11 de enero de 1967 en CDMX?

Según reportó la Comisión Nacional del Agua (Conagua), las bajas temperaturas registradas durante la noche del 10 de enero fueron el preámbulo del sorpresivo escenario con el que amanecieron las y los capitalinos. Fue a las dos de la mañana cuando se registró la temperatura más baja, misma que dio pie a la caída de nieve.

En el registro de la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) indicó que la temperatura mínima se ubicó en los -4 grados centígrados, el escenario ideal para la caída de nieve. De esa forma, en cuanto los primeros rayos de sol se asomaron sobre la Ciudad de México fue posible observar el inusual paisaje.

El Paseo de la Reforma fue uno de los sectores más apreciados por la población. A lo largo de la avenida, monumentos como el Ángel de la Independencia y la Diana Cazadora lograron contrastar con la claridad de la superficie que se ubicaba debajo de ellos. De igual forma, la extinta Palma luchó por adaptarse al inusual clima en el que se encontró inmersa aquella mañana.

Los principales monumentos de la capital se pintaron de blanco (X/@tvunam)
Los principales monumentos de la capital se pintaron de blanco (X/@tvunam)

El Palacio de Bellas Artes no fue la excepción. Rodeado por el espejo de hielo y agua posado sobre el asfalto de las calles que lo flanqueaban, el proyecto arquitectónico imaginado por Porfirio Díaz se mantuvo imponente en medio de los copos que caían y se derretían al posarse sobre sus techos de bóveda.

La nieve no tuvo compasión ante un escenario poco preparado para su visita. La intensidad de su precipitación fue tal que en el suelo de algunas regiones como San Ángel, Chapultepec y el Zócalo la capa blanca alcanzó los ocho centímetros de espesor. En las regiones altas como el Ajusco, por otro lado, la acumulación llegó a los 40 centímetros.

El 9 de enero de 1967 Monterrey vivió un paisaje similar (X/@tvunam)
El 9 de enero de 1967 Monterrey vivió un paisaje similar (X/@tvunam)

El novedoso paisaje fue propicio para que algunas personas se divirtieran elaborando muñecos de nieve y raspados. No obstante, el clima fue inclemente para otros sectores vulnerables. Las personas en situación de calle tuvieron que ser trasladadas a albergues temporales, mientras que en algunas regiones y carreteras fue necesario el rescate de algunas personas ante la acumulación de la nieve.

Aquel inusual espectáculo también aconteció al norte del país, en el estado de Nuevo León. Dos días antes, el 9 de enero de 1967, la población regiomontana lidió con el inusual espectáculo en las calles de su ciudad. En aquel entonces, la nevada llegó a acumular hasta 50 centímetros de espesor en las calles, por lo que superó los niveles registrados en la tormenta de 1895.

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