Tras su paso por festivales, Una jauría llamada Ernesto finalmente llegó a las pantallas de todos los hogares, gracias a la plataforma ViX. Dirigida por el aclamado cineasta Everardo González, la película se refiere a la violencia mexicana y el crimen organizado, desde el punto de vista de los jóvenes; aquellos que por tener fácil acceso a las armas y, en muchas ocasiones, por sólo tenerlas entre manos como un juego, se convirtieron sin saberlo en un engranaje más de la maquinaria de violencia que asola al país.
En una entrevista exclusiva con Infobae México, el aclamado documentalista mexicano compartió sus reflexiones sobre la música de corridos tumbados y su percepción en relación con la violencia en la sociedad actual. Con su documental González abordó varios temas, y la música emergió como un elemento crucial en su análisis de la violencia juvenil en México.
Everardo González contextualizó su nuevo proyecto cinematográfico Una jauría llamada Ernesto como una respuesta a la violencia que ha marcado a la juventud en México. “México ahora le tiene mucho miedo a los jóvenes, se le tiene miedo a los jóvenes y eso habla de una sociedad muy fracturada”, expresó el documentalista. La preocupación por las generaciones futuras y el acceso fácil a las armas en un entorno de impunidad son temas recurrentes en la conversación de su cinta.
¿Los corridos tumbados son un problema?
Cuando se abordó el tema de los corridos tumbados, González destacó que la apología a la violencia no depende tanto del género musical en sí, sino del entorno en el que se presenta. “La apología que produce porque hoy es el corrido, hoy es el tumbado, pero por muchos años fue corrido norteño, la canción de conjunto, etcétera. Es algo que ha existido siempre”, afirmó.
Resaltó que la percepción y la influencia de la música varían según el contexto social de los oyentes. “No es lo mismo cómo se recibe en un adolescente que estudie en la colonia Roma a lo que ocurre con un muchacho que crece en Nuevo León o Sinaloa”.
González compartió su perspectiva sobre la relación entre la música y la violencia en los medios de entretenimiento. Reconoció que ha habido una tendencia a generar apología de la violencia en los medios, incluyendo la música.
“No creo que la música y la apología incite inmediatamente a la violencia, lo que sí es que la banaliza. Eso sin duda. Se ha banalizado el ejercicio de la violencia”, destacó. “A la violencia también se entra como jugando. De ahí gran parte de la forma de esta película”.
‘Una jauría llamada Ernesto’
Una jauría llamada Ernesto sigue los pasos de varios jóvenes mientras estos narran su involucramiento en un ambiente violento o en el crimen organizado. Una cámara ajustada a sus espaldas muestra sólo la nuca de estos personajes mientras se mueven por sus entornos.
González detalló cómo se acercó a los jóvenes involucrados en su documental y cómo la elección técnica de la cámara escorpión afectó la narrativa visual.
“[La cámara escorpión] no existía, lo diseñamos nosotros. Eso implica un reto es fuerte. Por un lado es un fierro, aparatoso. La movilidad es complicada, la sensación de verosimilitud se ve un poco entorpecida por la presencia de una cámara así”, describió. Sin embargo, señaló que el uso de esta cámara también permitió que los jóvenes interactuaran y jugaran con el dispositivo, devolviendo autenticidad a la narrativa.
Everardo González resaltó la importancia de enfrentar la realidad de la violencia, en lugar de buscar consuelo. “No es una película que logre consensos absolutos, pero estoy convencido de que es una película que no se va a olvidar rápido”, afirmó. El documental ya se encuentra dentro del catálogo de ViX.