La sociedad mexicana se sorprendió la mañana del lunes 13 de noviembre cuando se dio a conocer que le magistrade del Tribunal Electoral de Aguascalientes, Jesús Ociel Baena Saucedo, fue encontrade sin vida junto con su pareja Dorian Herrera, ambos con evidentes marcas de violencia en sus cuerpos, al interior de su hogar.
Aunque las primeras líneas de investigación de la Fiscalía General del Estado (FGE) de Aguascalientes apuntan a que no hubo una tercera persona involucrada en el acto, la ciudadanía ha pedido que se investigue el caso como un asesinato, además de que se tome en cuenta la perspectiva de género y que sea atraído por la Fiscalía General de la República (FGR).
Pese a lo anterior, alrededor del hecho también se ha comenzado a hablar del legado que dejó le magistrade, quien rompió techos de cristal y evidenció que, aunque el Estado mexicano presume avances en temas de derechos humanos, en realidad aún existe una sistemática discriminación a los grupos vulnerables.
Las constantes críticas a su vida como persona no binaria, a su vestimenta o el lenguaje que utilizaba en sus videos fueron algunas de las principales críticas que recibió en vida y durante su paso en el Tribunal Electoral local, las cuales no sólo provenían de la población, sino también de empleados de diferentes ámbitos públicos.
Fue por lo anterior que Infobae México charló con Jacques Matthias Tapie Amione, especialista en igualdad, equidad y diversidad al interior de las empresas, para conocer qué es lo que le falta al aparato gubernamental para comprender la inclusión, especialmente en dependencias gubernamentales.
La inclusión mal entendida
Le especialista en Derecho se había robado los reflectores públicos debido a que fue la primera persona no binaria en asumir un cargo de poder y realizaba contenido en redes donde socializaba los derechos político-electorales, así como un análisis de la participación de las personas LGBT en la toma de decisiones trascendentales del Estado mexicano.
Todo lo anterior le valió constantes críticas al considerar que su cargo se trataba de una “inclusión forzada”; sin embargo, Tapie Amione explicó que tanto en las empresas como en las dependencias existe una “inclusión” mal entendida, debido a que hay muy poca información y las medidas —como cursos, sensibilizaciones o talleres— sólo son tomadas por aquellos a los que les interesa el tema, lo cual deja sin conocimiento a muchos otros elementos en las oficinas.
Además, de que muchas veces se atiende el problema por encima y no en profundidad, es decir, se asiste a concentraciones del 8M o el Pride en junio, por ejemplo, pero en la oficina no se contrata a personas de la comunidad LGBT o a mujeres embarazadas, lo cual no abona a que se dé un espacio diverso e incluyente donde se apueste por la experiencia o capacidad.
“No sólo se debe de hacer hacia afuera, es importante hacer marchas, claro que se debe de participar porque es parte de nuestro compromiso de responsabilidad social; sin embargo, no es lo único”
No obstante, explicó que las dependencias tienen un mayor deber puesto que las medidas son obligatorias, ya que responden a todo el bagaje jurídico que se ha desarrollado en los últimos años a favor de los derechos a la diversidad sexual o en materia de género, mismos que se reconocen desde la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM).
De acuerdo a su experiencia, reconoció que una de las mayores discriminaciones en las oficinas se da para las personas no binarias y personas trans, debido a que no se comprende cómo tratar a una persona que no se asume como hombre o mujer, o cómo reaccionar ante una persona que se encuentra transicionando.
“Nadie elige ser trans, nadie elige ser una persona no binaria, son personas no binarias y son personas trans”
Ante esto, reconoció que muchas actitudes no vienen desde el querer hacer sentir mal a alguien, sino desde la desinformación y la resistencia al cambio entre las diferentes generaciones; sin embargo, reiteró en algunas ocasiones que se debe trabajar más en entender qué es la diversidad sexual y cómo se puede convivir con respeto en los lugares de trabajo.
Finalmente, el legado de Ociel Baena seguirá en la conformación del Estado mexicano, su muerte tendrá que servir para hablar más de qué es lo que viven las personas no binarias o trans en los espacios laborales y cómo se tiene que nombrar a todas las identidades.