En la zona arqueológica y antigua ciudad totonaca conocida como Quiahuiztlán, ubicada en el estado de Veracruz, se localizan una serie de entierros depositados a la vista del mar, los cuales tienen una estructura en forma de pequeños templos que por años han sido estudiados por una gran cantidad de antropólogos.

Lo más interesante de las tumbas que construían los totonacas es que su estructura guarda mucha similitud con la manera en la que eran enterradas las personas poderosas y pertenecientes a la nobleza en Japón.

En las laderas del cerro de Los Metates, en la planicie costera del centro de Veracruz, se localiza la ciudad prehispánica de Quiahuiztlán, un sitio que funcionó como urbe, cementerio y fortaleza de los totonacas.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se trata de una asentamiento que se localiza en las faldas del cerro Bernal. Lugar que contaba con tierras óptimas para el cultivo, montes que servían como fuente de madera y animales de caza.

Un aspecto importante es la arquitectura funeraria del lugar que conformó un cementerio dividido en tres grupos: central, oriental y un conjunto de tumbas al sur.

El cementerio oriental está conformado por 78 tumbas agrupadas en hileras sin orden aparente, mientras que el cementerio central se compone de 36 tumbas ordenadas en dos hileras irregulares y separadas por un muro de contención. Por otra parte, las tumbas del sur tienen cuatro construcciones de mayores dimensiones colocadas en línea.

Los sepulcros fueron construidos con lajas de estuco de arena, cal obtenida con la cocción de conchas y moluscos, siendo elementos básicos de las tumbas un basamento, la cámara funeraria, el adoratorio, un techo y una escalinata.

Es importante señalar que el inició de la ocupación de esta zona data del periodo Epiclásico, cuando los asentamientos totonacas perdieron fuerza debido a la decadencia de Teotihuacán. Quiahuiztlán sufrió dos invasiones, la primera por parte de los toltecas y posteriormente una incursión de los mexicas quienes fueron los dueños hasta la llegada de los españoles.

Como se mencionó anteriormente, las tumbas en las que enterraban a los ancestros de la cultura totonacas constaban de pequeños templos, las cuales son muy parecidas a las que construía en Japón, conocidas como kofun, en donde solían enterrar a las personas poderosas y pertenecientes a la nobleza de aquel país.

Los kofun son túmulos funerarios o tumbas antiguas para los nobles, la élite y los poderosos, los cuales eran construidos por la familia imperial y los miembros de las clases dominantes. Su forma más popular es de “ojo de cerradura”. Cabe destacar que en Japón existió el conocido como “periodo kofun” el cual abarcó del siglo III al VI después de Cristo, a este siglo se le llamó de esta manera por la aparición de los túmulos funerarios.

Es importante destacar que en Japón está prohibido entrar a la gran mayoría de los kofun, debido a que es el lugar en el que descansan aquellos emperadores divinos. Su forma representa poder y autoridad.

Además de lo planteado, en Japón suelen realizar una festividad muy similar al Día de Muertos en México, tradición que es conocida como Obon, la cual se celebra durante el verano para honrar a los espíritus de los antepasados.

Durante esta celebración, las familias encienden linternas de papel y colocan ofrendas de comida en altares para sus seres queridos que ya fallecieron. También se suelen realizar danzas tradicionales que tienen como objetivo recibir y posteriormente despedir a los espíritus.

Cabe mencionar que esta celebración dura varios días, ya que inicia el 13 de agosto y culmina el 15 de agosto.