Este año, los estudios económicos con perspectiva de género sumaron un nuevo hito: Claudia Goldin, economista, investigadora y profesora estadounidense de la Universidad de Harvard, fue galardonada con el Premio Nobel de Economía por sus aportes para comprender el papel de la mujer en el mercado laboral.
Contribuciones como esta dan reconocimiento a los esfuerzos de cientos de miembros del mundo inversor, emprendedor, académico y de organizaciones no gubernamentales que buscan soluciones para incentivar el desarrollo de las mujeres. Desde hace 4 años que en Pro Mujer organizamos el Foro GLI LATAM, donde estos actores y actoras se reúnen generando una usina de ideas para promover la inversión con lente de género (GLI por sus siglas en inglés) en la región.
La edición 2023 tuvo lugar en Medellín, Colombia, del 17 al 19 de Octubre y bajo la consigna “GLI en acción” puso el foco en resaltar casos de éxito y buscar soluciones concretas a la problemática de la brecha de género.
Uno de los temas principales que conciernen a los participantes es la inclusión de las mujeres en el mercado laboral. Esta está intímamente relacionada a la carga de tareas de cuidado, como lo señala Goldin con evidencia concreta en la que demuestra que la desigualdad salarial entre hombres y mujeres en el mismo puesto de trabajo se agudiza con el inicio de la maternidad.
“Las diferencias iniciales de ingresos entre hombres y mujeres son pequeñas. Sin embargo, en cuanto llega el primer hijo, la tendencia cambia; los ingresos caen inmediatamente y no aumentan al mismo ritmo para las mujeres que tienen un hijo que para los hombres, aunque tengan la misma educación y profesión.”, afirma la economista estadounidense.
Sumado a esta complicación, Goldin señala que las mujeres son penalizadas de manera desproporcionada por buscar flexibilidad laboral, que es en muchos casos necesaria para poder equilibrar las tareas de cuidado con el trabajo remunerado. Esta condena rara vez afecta a los hombres.
A fin de cuentas, son los trabajos vinculados con la crianza y los quehaceres domésticos, los que constituyen una barrera para la plena inserción en el mercado laboral de las mujeres y los que inciden directamente en la desigualdad de género que se evidencia en la mayoría de los indicadores laborales. Estas tareas recaen de forma asimétrica en ellas: se calcula que las mujeres dedican entre 22 y 42 horas semanales a hacerse cargo de niños o adultos mayores, lo que supone, en promedio, un peso de hasta tres veces más que los hombres.
Quienes nos ponemos la lente de género, vemos a estas tareas como un trabajo no remunerado, que, a pesar de no gozar de reconocimiento, cumple un rol clave en la sociedad al posibilitar la reproducción de la fuerza de trabajo. Al contabilizar lo que las horas de cuidado representan para la economía de un país notamos que tienen un valor decisivo: equivalen a entre el 16 y el 23% del producto interno bruto (CEPAL, 2022). Se hace necesario, entonces, elquilibrar esta carga desigual y construir sistemas que permitan externalizar el cuidado por fuera del hogar.
Durante el Foro GLI LATAM se generaron conversaciones poderosas, ideas y rutas de acción concretas para abordar las trabas producto de la disparidad en la división del trabajo doméstico, que obstaculizan el desarrollo laboral de las mujeres.
“Solo 51% de las mujeres trabajan y es por falta de tiempo” comunicó María Noel, directora regional de ONU Mujeres con base en el trabajo de su organización. Daniela Konietzko, presidenta de WWB Colombia, al relatar su experiencia como mujer en un rol de liderazgo, reconoció que el equilibro en la crianza de los hijos todavía no es una realidad para todas y muchas mujeres se ven envueltas en la encrucijada de tener que responsabilizarse de sus empresas a las vez que de sus familias.
Carolina Robino, Senior program specialist del International Development Research Centre (IDRC) moderó un panel específicamente dedicado a proyectos que apunten a ampliar las posibilidades de las mujeres, teniendo en cuenta la puesta en relieve de las actividades domésticas. Comenzó dando un panorama de la acuciante situación en la que se encuentra la economía del cuidado: “es un sector de altísima precariedad, no hay acceso a seguridad social, los salarios son bajos, se emplean mujeres de bajos ingresos, más vulnerables y hay un 35% de mujeres migrantes trabajando en estas labores.”
Las propuestas de los y las panelistas apuntaron en la dirección de reconocer el valor del trabajo del cuidado y la necesidad de formalizarlo. Alexandra Garzón, de Symplifica, contó cómo su organización consiguió formalizar 33.000 trabajadoras domésticas que consiguieron acceder a todos los beneficios legales del Estado de Colombia; Juan Camilo Potes, de Aeioutú, compartió su preocupación porque el trabajo de cuidado sea cualificado y mostró los logros de su organización en capacitar a cuidadoras informales.
El futuro parece encaminarse hacia una mayor valorización de las tareas del cuidado. De hecho, este será una de las temáticas centrales de la próxima reunión del G20 en Brasil y la Organización Internacional del Trabajo señala que invertir en servicios de cuidado infantil y atención, a largo plazo, podría generar casi 300 millones de empleos para 2035 de los cuales 78% serían ocupados por mujeres y 84% sería en el sector formal.
Lograr una distribución más equitativa del trabajo total (productivo y de cuidado) depende de iniciativas tanto públicas como privadas que pongan en práctica la responsabilidad social y colectiva de la reproducción de las personas. La inclusión de las mujeres es tanto una causa social, como un asunto de beneficio para todos y todas.
Si queremos una América Latina pujante necesitamos que el mundo inversor reconozca el potencial de apostar por la igualdad. Invertir en las mujeres y en empresas que promueven la diversidad es una decisión inteligente. Los datos respaldan esta premisa y desde Pro Mujer lo venimos comprobando desde hace más de 33 años. Las mujeres son agentes de cambio que cuando poseen las herramientas necesarias impulsan el progreso y el desarrollo económico de sus comunidades.
Para saber más sobre Pro Mujer, ingresar a: www.promujer.org
Sobre Carmen Correa
CEO de Pro Mujer. Anteriormente se desempeñó como Directora Regional, siendo una representante clave de la creciente red de alianzas de la organización en América Latina, y supervisando la implementación de programas de impacto social para brindar servicios de salud, inclusión financiera y educación a las mujeres de la región.
Con más de treinta años de experiencia en gestión empresarial y planificación estratégica, ejecutó programas basados en un desarrollo sostenible y en la búsqueda de un impacto social para América Latina. Antes de unirse a Pro Mujer, dirigió proyectos de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) en Uruguay, orientados a generar nuevas formas de financiamiento a empresas.