En los albores de 1953, la revista Siempre estaba decidida a hacer historia con su primer número, y para lograrlo, los ejecutivos de la publicación recurrieron a una estrategia audaz: aprovechar la espectacular belleza de una joven vedette y actriz de tan solo 17 años, Maty Huitrón. La sesión fotográfica que siguió a esta decisión se convertiría en una obra icónica reconocida por la UNESCO.
El encargado de capturar la esencia de la joven sería Nacho López, un fotógrafo en ascenso que se desmarcaba de las temáticas políticas y elitistas, optando por enfocarse en la gente común.
Nacho, cuyo nombre real era Ignacio López Bocanegra, es uno de los fotoperiodistas mexicanos más renombrados del siglo XX. Nacido en Tampico, México, en una familia con raíces en el mundo de la publicidad, se sumergió en el mundo de la fotografía y el cine al estudiar en el Instituto de Estudios Cinematográficos de la Ciudad de México.
Bajo la tutela de figuras legendarias como Manuel Álvarez Bravo y Alejandro Galindo, se convirtió en un innovador en el campo de la fotografía, destacándose por sus fotoensayos, experimentando con técnicas como la doble exposición y capturando escenas cotidianas que reflejaban la diversidad de la sociedad mexicana. Trabajó con bailarines, niños, carnavales, máscaras, calles e indígenas, explorando la riqueza cultural de México.
En una mañana de enero, fotógrafo y actriz se encontraron en el Centro Histórico de la Ciudad de México para llevar a cabo la sesión fotográfica. Sin embargo, el retratista fingió no tener película para las fotografías y pidió a la modelo que lo alcanzara más tarde, lo que ella hizo sin sospechar nada.
Así fue como nacieron las icónicas fotografías
Vestida con un ceñido atuendo que realzaba su figura, Maty Huitrón comenzó a caminar por la avenida Madero, atrayendo miradas lascivas y comentarios de los transeúntes. El fotógrafo capturó momentos íntimos sin que nadie se diera cuenta.
Al final de la audaz caminata, la actriz increpó a Nacho, quien solo sonrió al ver que su trabajo había logrado su objetivo: inmortalizar a la Hathor mexicana en su lente, mostrando una mezcla de seriedad e incomodidad en su rostro.
La sesión de seis fotografías fue publicada en el primer número de la revista Siempre bajo el título “Cuando una mujer guapa parte plaza por Madero”, causando un regocijo generalizado entre los mexicanos de la época. La imagen no solo destacaba la belleza de la chica, sino que también reflejaba a la gente común que la observaba caminar por la calle.
Sin embargo, la fotografía no estuvo exenta de críticas, ya que algunos consideraron que era una expresión de machismo.
A pesar de esto, la mujer defendió la imagen, afirmando que esta sesión le brindó reconocimiento global sin necesidad de recurrir al desnudo, al maquillaje excesivo o la hipersexualización.
En 1957, la sesión fue reconocida por la UNESCO y exhibida en París y Munich. Además, Carlos Monsiváis la incluyó en la portada de su libro “A ustedes les consta”, una antología de crónicas sobre la Ciudad de México.
A principios del 2000, esta icónica fotografía fue declarada una de las mayores proezas fotográficas del siglo XX y se inmortalizó en un sello postal conmemorativo. En la actualidad, los negativos se encuentran resguardados en el Museo Nacional de Antropología, perpetuando la belleza y el legado de Maty Huitrón para las generaciones futuras.