Hace una semana nadie imaginaba que Acapulco, uno de los puertos más importantes de México, quedaría devastado. Otis, que parecía ser una Tormenta Tropical que solo causaría lluvias y luego se disiparía, terminó siendo un voraz huracán de categoría 5 que arrasó con todo a su paso en las primeras horas del miércoles 25 de octubre.
Los daños son incalculables aún. A siete días de la tragedia se cuentan 46 personas muertas y 58 desaparecidas, pero desafortunadamente se sabe que la cifra podría incrementar conforme avanzan los censos y las labores de limpieza en el puerto. Sobre los daños materiales, solo se estima que son más de 200 mil casas afectadas y miles de damnificados.
Los apoyos comenzaron a llegar de todos los rincones de México. Despensas, ropa, artículos de primera necesidad y comida caliente son repartidos todos los días no solo por funcionarios, sino también por voluntarios de Acapulco e incluso de otros estados que están varados o que se trasladaron al puerto para buscar familiares o simplemente para ayudar.
Después del huracán, no viene la calma...
Pero el Huracán Otis no sólo impactó con fuerza en Acapulco, sino también en los municipios vecinos de Coyuca de Benítez y Tecpan de Galeana. Como sea, en redes sociales y medios de comunicación circulan fotografías y videos que dan muestra de la devastación: casas sin techo, postes y árboles caídos, autos bajo el lodo y calles inundadas que pueden convertirse en un potencial foco de infección.
Y es que después del huracán o del cualquier otro desastre natural, desafortunadamente vienen las enfermedades -en su mayoría infecciosas o bacterianas-, pues los agentes causales se encuentran en el ambiente y aumentan los factores de riesgos de transmisión, alerta la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Acapulco actualmente está inundado -o en el mejor de los casos, encharcado- y como se sabe, el agua estancada es el escenario perfecto para que los moscos (conocidos médicamente como vectores) se multipliquen y empiecen los brotes.
“Dengue, Zika, Chikungunya, son las enfermedades que principalmente se dan después de un desastre”, explicó a Infobae México Alejandra Vázquez, enfermera del Hospital General de Ecatepec “Las Américas”, quien durante años trabajó en centros de salud de Tabasco, zona tropical donde estas enfermedades son comunes debido a sus condiciones climáticas y geográficas.
La profesional de la salud explicó que estas enfermedades son transmitidas por mosquitos y muestran sus primeros síntomas en la primera semana después de la picadura, entre los cuales destacan la fiebre mayor a 38 grados, náuseas, mareos, vómito, dolor muscular y en articulaciones, y en ocasiones sarpullido. Aunque en la mayoría de los casos, estas enfermedades se quitan en una o dos semanas, en situaciones de desastre las molestias pueden extenderse o empeorar si no son tratadas adecuadamente.
Ante ello, es importante que las autoridades sanitarios presten atención a los primeros casos y se controlen para evitar que el brote crezca; es necesario que se detecten los criaderos de vectores y destruirlos, para evitar que se vuelva a juntar el agua y los moscos se reproduzcan nuevamente. Asimismo, se debe facilitar a la población orientación para que la poca agua que tiene, la almacene de forma que no quede expuesta a la formación de criaderos.
Los mosquitos no son la única amenaza tras Otis
La lógica indicaría que las enfermedades transmitidas por mosquitos son las únicas que acechan a la población de Acapulco, considerando el agua acumulada y el clima que impera en la ciudad. Sin embargo, después del huracán, las enfermedades gastrointestinales también significan una amenaza que las autoridades no deben dejar pasar.
Después del impacto del ciclón, muchas tiendas fueron saqueadas y no hay víveres, por lo que las personas están buscando comida en las calles, incluso entre la basura, mientras tienen acceso a una despensa. Debido a las altas temperaturas y los contaminantes que el agua arrastró a su paso, muchos alimentos se descomponen más rápido y al ser consumidos, causan daños en el sistema digestivo. Lo mismo pasa con el agua, que en muchos casos podría contener bacterias, parásitos y hasta restos fecales o de orina.
Algunos quizás experimenten diarrea y vómito, pero en otros casos podrían padecer gastroenteritis, amebiasis o hasta leptospirosis, las cuales pueden resultar mortales si no se atienden a tiempo debido a que causan deshidratación en los pacientes; mientras que en el caso de la última, también causa daños en riñones e hígado.
Las enfermedades de la piel también son un problema que aparece tras los desastres naturales, “sobre todo casos de dermatitis y onicomicosis”, detalló Alejandra Vázquez; la primera consiste en un sarpullido o ronchas en la piel -ésta se inflama tras el contacto con ciertos agentes-; mientras que la segunda es causada por hongos y se da principalmente en uñas, pies, manos y a veces en el cuero cabelludo.
Y no menos importante, las enfermedades respiratorias. El desequilibrio ambiental tras un huracán propicia que las defensas de las personas bajen (en combinación con el shock causado por vivir un desastre), por lo que las vías respiratorias suelen debilitarse, “estas enfermedades pueden afectar sobre todo a personas con padecimientos crónicos o del sistema inmune, niños y adultos mayores”, explicó la enfermera experta en Urgencias.
Alejandra Vázquez detalló que algunos ejemplos de padecimientos respiratorios que podrían aparecer tras el Huracán Otis son la gripe, influenza, infección en la nariz, garganta (faringitis) o senos paranasales, así como bronquitis, bronquiolitis, neumonía y traqueitis, las cuales tienen origen viral o bacteriano, agentes que suelen estar en el ambiente.
El reto que tienen las autoridades de salud ante una tragedia de este tipo no es minúsculo. El director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Zoé Robledo, anunció la semana pasada que contingentes de especialistas en emergencias acudirían al puerto para apoyar además de que el fin de semana llegaron médicos cubanos que trabajan en el Programa IMSS-Bienestar.
Sin embargo, es necesario que además de restablecer pronto la operación de clínicas y hospitales, también se haga una campaña para detectar posibles brotes de enfermedades post-huracán y se destinen recursos económicos y humanos para atenderles a ellos y no solo a los pacientes que ya había antes de la tragedia.