Antes de la caída de la ciudad de Tenochtitlan y la conquista de México, los mexicas creían que había algo más allá de la vida, algo que hoy podríamos comparar con el inframundo: el Mictlán.
En este lugar es en donde descasan las almas que habían muerto de forma natural, por alguna enfermedad o por la edad. En el Lugar de los Muertos, se encontraba dentro de la tierra, por ello cualquier cavidad como las cuevas o manantiales eran una puerta al inframundo.
Existen diferentes versiones sobre cómo era el Mictlán, varía según el códice que se lea; mientras que el Codex Vaticano Ríos dice que el inframundo mexica se dividía en niveles (así como el infierno de la iglesia católica), mientras que en el Códice Florentino hablaría más bien de una serie de pasos que se debían de tomar.
En ambas versiones se describe al inframundo como un lugar álgido, en donde la mayoría de las almas sufrían; sin embargo, hay que recordar que ambos códices fueron realizados con base en investigaciones y el entendimiento de los españoles.
El Mictlán estaba lleno de seres que estaban en estado de putrefacción ya que eso es lo hacía la tierra con todo lo vivo, lo “devoraba” para poder transformarlo en algo nuevo, y aunque estas características podrían resultar terribles para los vivos, para los muertos sólo era un lugar donde podrían transformarse y continuar con el proceso de la vida.
Para comprender la imagen que pudo haber tenido el Mictlán, también llamado Nuestra casa definitiva, Infobae México consultó a una Inteligencia Artificial (IA) cómo se verían el Mictlán si los vivos pudieran verlo.
La IA generó una imagen en la que hay oscuridad, el sol apenas permite ver un cuerpo de agua y muchas almas, lo que podría representar el segundo nivel del Mictlán según el Códice Vaticano. “Pasadero de aguas” era un pequeño río que era de donde surgía uno de los recursos más importantes para el ser humano, para vivos y muertos ya que sirve para que nueva vida nazca.
También podría tratarse del nivel ocho del Mictlán según el Codex Florentino, el cual dice que Quetzalcóatl atravesó el Río Chiconahuapan con ayuda de un perro xoloitzcuintle, que era su nahual.
También se menciona que existían montañas o cerros que debían de ser cruzados, el Códice Vaticano menciona que son varios, mientras que el Florentino señala que únicamente había dos.
La IA generó una imagen en la que se muestran las montañas en las que los muertos tenían que aceptar su muerte y seguir avanzando, en este lugar también se llevaría a cabo la descomposición de los cuerpos.
Gracias a estas montañas era que los seres humanos iban desprendiéndose de su carne, muchas veces gracias a cuchillos de obsidiana que hacían cortes por el cuerpo. Las figuras flotando serían la piel y todo lo que pudo haber portado el muerto al llegar al Mictlán, pues una vez que se deshacían de lo que portaban, resultaban flexibles y por todas partes.
Ya en las partes más profundas del inframundo, las almas se encontrarían a algunos dioses, principalmente Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, quienes eran los que regían el Mictlán.
A Mictlantecuhtli se le representaba como un esqueleto con muchos dientes y muchas veces todavía tenía los globos oculares, en ocasiones eran estrellas. A Mictecacíhuatl la plasmaban como una mujer sin carne, con un cuerpo que exponía los partos que tuvo.
Estos dioses conservaban los huesos y se alimentaban de lo podrido que se quedaba en el Mictlán.