Mezclar un bulto de leche contaminada con partículas radioactivas de Chernobyl con seis limpios. Esa fue la sugerencia al Gobierno de México para que la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) pudiera vender productos agropecuarios desde Europa a unos meses del desastre en la central nuclear ucraniana, a pesar de los riesgos que su ingesta podría provocar: cáncer y daños genéticos, entre otros.
La leche contaminada llegó al país entre 1986 y 1987 procedente desde Irlanda del Norte, uno de los países que reclamaba a la Unión Soviética por el desastre de Chernobyl que provocó la expansión de una nube radioactiva sobre Europa, contaminando los pastizales de los que se alimentaban las vacas y otros animales de granjas.
“No se autoriza la venta de esta leche liberada a otras empresas, ni como materia prima ni en presentación de leche en polvo. Tan sólo podrá comercializarse una vez diluida bajo la proporción indicada”, se lee en uno de los documentos desclasificados y difundidos por @Archiveroexp.
El documento desclasificado está a nombre de la Subsecretaría de Regulación Sanitaria y Desarrollo y de la Dirección General de Control Sanitario bajo el número de oficio DGCSBS/401/4779/87.
En el texto se establece que personal de la Comisión Internacional de Seguridad Nuclear respondió a una solicitud de las autoridades mexicanas para “estudiar la posibilidad de mezclar leche contaminada con leche limpia”, proceso en el cual se analizaron 60 muestras con la participación de la Conasupo y de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (Conasenusa).
Otra de las advertencias que las autoridades internacionales emitieron para que México pudiera utilizar leche radioactiva fue que se creara un “esquema de difusión o rotación que impida su consumo reiterado por los mismos grupos de población”.
47 mil toneladas de leche radioactiva
El caso explotó en México en 1987 cuando el vicealmirante Manuel Rodríguez Gordillo detectó a decenas de marinos enfermos destacados en Veracruz; al investigar el origen coincidieron que los malestares estomacales eran producidos por el consumo de atole preparado con leche robada en la aduana y que provenía de Irlanda del Norte.
“Tenía 10 veces más estroncio y cesio radioactivo que pueden producir daños genéticos, cáncer y una serie de enfermedades”, señaló Miguel Ángel Valdovinos, jefe de análisis nucleares de la planta nuclear de Laguna Verde, Veracruz.
Rodríguez Gordillo informó durante una entrevista en 2019 que pidió muestras de las 47 mil toneladas de leche que se compraron a Irlanda del Norte y al dar los mismos resultados se sugirió cerrar las bodegas.
Además del vicealmirante, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el embajador de México en Brasil, Antonio González, también enviaron una alerta al gobierno del expresidente Miguel de la Madrid, pero se presume que éste hizo caso omiso pues la leche contaminada era más barata.
Cáncer infantil y leche radioactiva
Información recogida por el periodista Guillermo Zamora refieren que entre 1987 y 1997 el cáncer infantil aumentó 300 por ciento en el país; y casi 30 años después del cargamento la jefa de oncología del Instituto Nacional de Pediatría sugirió que el consumo de la leche contaminada por Chernobyl y el cáncer infantil podrían estar relacionados.
Para demostrar la responsabilidad de funcionarios mexicanos en la compra de leche contaminada que paró en millones de hogares mexicanos, desde la década de 1990 se intentó crear una comisión que investigara los hechos pero no tuvo éxito.
La versión oficial indica que la leche radioactiva se regresó en 1988; pero en su entrevista el vicealmirante dijo que enviaron el cargamento a Tampico, luego se intentó transportarla a la Ciudad de México pero el tren en el que viajaba se descarriló y provocó el robo hormiga: “no sabían que estaban robando veneno”.
Otra versión dice que la desde Tampico se distribuyeron las 80 mil toneladas de leche contaminada -según datos de la Dirección de Servicios Portuarios de Veracruz- a todas las tiendas Conasupo del país.
La justificación que la Secretaría de Salud dio a finales de los 80′s fue que se compró a muy buen precio y que las dosis de radioactividad no rebasaban las normas establecidas, documentó la Revista Ciencias.
El caso quedó cerrado en 1996 por la mayoría priista que formaron parte de la comisión especial para investigar a los presuntos responsables; pero 27 años después ven la luz los documentos que confirman lo que supieron en 1986 y que se convirtió en una de las hipótesis más difundidas en el imaginario colectivo: toda una generación consumió leche contaminada por el desastre de Chernobyl.