Quizá uno de los casos de “niños sicarios” más famoso sea el de “Juanito Pistolas”, un niño de 16 años integrante de la “Tropa del Infierno” del Cártel del Noreste que fue abatido en un enfrentamiento con agentes de la Policía de Tamaulipas en agosto de 2019; sin embargo, no es el único reclutamiento de menores de edad a manos del grupo criminal.
De acuerdo a datos de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) hasta el año 2020 se tenía un estimado de entre 30 y 40 mil niños reclutados por diversas organizaciones criminales, la mayoría de ellos utilizados como “halcones” aunque a muy temprana edad suelen “crecer” dentro de los grupos criminales para convertirse en vendedores de droga o sicarios.
El caso de “Juanito Pistolas” sacó a la luz la verdad oculta sobre las infancias reclutadas por los cárteles de la droga; sin embargo, se trataba sólo del comienzo, pues a través de redes sociales comenzaron a aparecer decenas de videos de niños portando armas largas, logos de organizaciones criminales o jugando a ser narcos.
Apenas unos días después de la muerte de “Juanito Pistolas” figuraron en redes los apodos del “Piojo” y “El Ratón”, los nuevos halcones que tomarían su lugar en el Cártel del Noreste.
“El Brackets” es otro niño que trascendió en las redes sociales por enfundarse el equipo táctico de la “Tropa del Infierno” y manejar una camioneta blindada mientras maneja armas largas de grueso calibre.
Reclutas en redes sociales
En los últimos años aparecieron varias mujeres jóvenes que presuntamente se dedicaban a reclutan a niños y adolescentes de Tamaulipas para sumarlos al Cártel del Noreste.
El “gancho” para atraerlos es la belleza de las jóvenes, lo que permitía que otros chicos las siguieran en redes sociales o se acercaran a ellas; la más conocida trascendió en 2020 bajo el seudónimo de “La Chata”; poco se sabe de ella, salvo su nombre, que apareció en varias imágenes de redes sociales con chalecos blindados con las insignias del Cártel del Noreste y que reclutaba a niños y jóvenes para que fueran halcones en Tamaulipas.
Pero los cárteles de la droga también utilizan Facebook, Instagram, TikTok y videojuegos en línea para contactar a niños, niñas y adolescentes para que se sumen a sus filas, alertó al Redim.
En las redes los cárteles aprovechan para difundir la supuesta vida de lujos que llevan los integrantes de sus organizaciones; mientras que a través de videojuegos de carácter bélico otros grupos como Los Zetas y el Cártel del Noreste organizan torneos para engañar a los infantes y poder secuestrarlos o reclutarlos.
Jugar a matar
En la última semana se difundió ampliamente un video en el que dos niños juegan a ser sicarios del Cártel del Noreste: con dos cajas -una de cartón y una de plástico- simulan ser narcos o, mejor dicho, “cuazitos”, infantes que realizan labores de vigilancia y que regularmente son utilizados como “carne de cañón”, indicó el periodista Jesús Pérez Caballero.
Un poco más grandes -pero que tampoco alcanzan la mayoría de edad-, en otro video se aprecia a un grupo de adolescentes de Tamaulipas bailando al ritmo de la música; su compañera no es otra que fusiles de asalto, mismos que ya en la euforia disparan al aire.
Aunque el video data de unos años atrás, la situación no ha cambiado. Apenas el año pasado Samuel García, gobernador de Nuevo León -donde también tiene presencia el Cártel del Noreste-, enfatizó en el tema tras la detención de dos menores de 13 y 14 años tras un enfrentamiento con fuerzas del orden.
“Estaban aterrados”, escribió Samuel García en sus redes sociales. Pero la historia se repitió un año después, sólo que en el Estado de México, donde una niña de 14 años fue arrestada después de una balacera entre miembros de La Familia Michoacana y policías mexiquenses.
Las condiciones entre los niños reclutados por el crimen se repiten en todo el país, advierte la Redim: múltiples carencias, falta de oportunidades, pobreza y la promesa de salir rápido de su desigualdad social; aunque en regiones como Tamaulipas bajo el control del crimen organizado los niños juegan desde pequeños a imitar la violencia que viven a diario.