En un esfuerzo por comprender el comportamiento de los grupos criminales en México, diversos investigadores y especialistas en materia de seguridad han estudiado la presencia de los mismos en el territorio.
Por ejemplo, la agencia AC Consultores publicó a medidados de 2023 un informe que reveló, entre otras cosas, que en 81% de la superficie del país hay presencia de al menos un grupo delictivo.
Y aunque los análisis y monitoreos han permitido ubicar la existencia de por lo menos 170 estructuras delincuenciales, todo apunta a que el crimen organizado en México está polarizado en dos principales bandos: el Cártel de Sinaloa (CDS) y el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).
El texto Un análisis de redes sociales sobre la estructura de alianza de las redes oscuras en México (título traducido al español) explicó cuáles son las principales diferencias entre ambas organizaciones criminales.
John P. Sullivan, Nathan P. Jones, Irina A. Chindea y Daniel Weisz Argomedo hicieron una revisión del modus operandi de ambos cárteles a partir de sus vínculos y colaboraciones con otras células delictivas (subgrupos).
Lo anterior permitió descubrir que las bandas y facciones que trabajan para el Cártel de Sinaloa son más propensas a establecer nexos entre ellas que aquellas bajo el mando del CJNG.
Es decir, grupos como Los Salazar y Los Paredes, ambos aliados del CDS, mantienen operaciones entre ellos sin que se involucre directamento a los altos mandos del cártel.
Uno de los ejemplos más visibles de esta red de alianzas entre subgrupos del CDS es la región de Tierra Caliente en Michoacán, en donde cooperan células como Los Viagras, Cárteles Unidos y La Nueva Familia Michoacana para frenar el avance del CJNG.
Para entender por qué el CDS opera bajo esta estructura, el artículo señala que las rupturas internas tras el arresto de Joaquín “El Chapo” Guzmán habrían debilitado a la organización, por lo que habría decidido aliarse con grupos ya existente para balancear el creciente poderío del CJNG.
Y aunque este comportamiento ha sido característico del Cártel de Sinaloa a lo largo de toda su existencia, el permitir cierto nivel de autonomía para sus escisiones le ha costado “dolorosas lecciones”.
Una de las más representativas fue, precisamente, el fortalecimiento de Los Matazetas (brazo armado surgido de sus vínculos con el Cártel del Milenio), que nació entre 2008 y 2009, pero al cabo de un par de años había logrado tal independencia que cambió su nombre y surgió el CJNG.
Por otro lado, el cártel de las cuatro letras tiende a mantener una mayor jerarquía sobre sus asociados, ya que suele adopar “células huérfanas de grupos fragmentados” para acogerlas en su organización.
Este “modelo de franquicia”, como lo refieren los autores, le permite al CJNG tener un liderazgo descendente con “actores delictivos más débiles y menos experimentados”.
Esta mayor jerarquía del CJNG, señala la investigación, “prevé conflictos internos al minimizar las subalianzas dentro de la red”. En la búsqueda por este monopolio criminal, varias de las facciones aliadas al cártel de Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, han adoptado el sufijo “Nueva Generación” para demostrar su afiliación.