Fue en marzo de 1997 cuando el mundo entero se estremeció con el suicidio colectivo que practicó el culto Heaven’s Gate, famoso por su creencia en extraterrestres y la existencia de un siguiente nivel al que llegarían a bordo de una nave espacial.
Desde la década de los años 70, Marshall Applewhite, conocido como Do, y Bonnie Nettles, conocida como Ti, comenzaron a reclutar a seguidores a lo largo y ancho de Estados Unidos.
Inspirados en el pensamiento New Age, la ciencia ficción y las religiones del mundo, la dupla, que se hacían llamar “The Two”, sembraron la semilla de un acontecimiento que les dio la fama internacional por la que hasta el día de hoy son recordados.
Su primicia, misma que fue evolucionando conforme crecía su popularidad y organización en Estados Unidos, era simple: había un más allá, que era un lugar físico, y que accederían a él gracias a seres de otro mundo que los llevarían como los “elegidos” cuando el apocalipsis llegara a la Tierra.
Por supuesto, para que fueran dignos de ser escogidos, tenían que abandonar todo aquello que los ligaba con los placeres mundanos del planeta tierra. Applewhite y Nettles creían que el “Siguiente Nivel” era un sitio al que se accedía luego de una transformación, tanto física como espiritual.
Pasaron de nómadas a establecerse, al final de sus días, en una mansión ubicada en Colina Norte, Rancho Santa Fe, California. Heaven’s Gate llegó a tener más de 200 seguidores, pero cuando llegó el final, eran tan sólo 39.
Heaven’s Gate en México: una castración que salió mal
Se dice que Do y Ti lograron convencer a tantas personas por la forma en la que adaptaron el cristianismo a la ciencia ficción, y dieron explicaciones “científicas” a sucesos propios de la fe católica. Por ejemplo, decían que Jesucristo era un ser de otro planeta.
Uno de los “pecados” que más conectaban a los miembros de Heaven’s Gate con los placeres humanos de los que se querían separar era, por supuesto, el deseo sexual y todo lo que lo rodeaba. Si bien la secta presumió siempre de que sus miembros tenían libre albedrío, pensar en sexo los alejaba mucho de su transformación.
El “Siguiente Nivel” era un lugar asexuado, donde no existía género, donde esas características humanas no tenían sentido de existir. Resalta la apariencia de sus miembros en la última etapa de la existencia del culto: hombres y mujeres hacían de todo con su ropa y cabello para parecer seres andróginos.
Analistas del caso sugieren que esto tuvo que ver con la propia sexualidad de Do, quien era homosexual. Por supuesto, había renunciado a sus deseos, en parte por la actitud que tuvo su padre con respecto a su orientación sexual.
La homofobia interiorizada habría hecho que Do reprimiera su orientación y viera en esto un camino ideal para la transformación de sus seguidores. Por ello, y tras años de análisis, sugirió la castración de los integrantes del culto como una solución definitiva a este problema.
Y así ocurrió. Heaven’s Gate viajó a México con el objetivo de encontrarse con un médico para que le practicara castración a uno de los miembros del grupo; no obstante, la operación salió mal, a tal grado que Do, jefe del culto, pensó en entregarse a las autoridades.
El hombre que sufrió de esto persuadió a Applewhite para que no lo hiciera, y tal parece que, pese a esta situación, siguieron considerando a la castración como un método infalible para estar más cerca de Dios, pues tras el suicidio colectivo se confirmó que muchos de los varones del grupo habían sido sometidos a dicha operación.
La historia de Heaven’s Gate llegó a su fin cuando sus 39 miembros, incluido Applewhite, se suicidaron en su mansión, pues había llegado el momento, tras decenas de años de espera, de llegar al “Siguiente nivel”.
Este suceso coincidió con la aparición del cometa Hale-Bopp, mismo que la secta interpretó como la llegada del OVNI que los llevaría al reino de Dios. Vestidos con uniformes negros y calzando zapatillas de la marca Nike (modelo que por supuesto la firma dejó de fabricar), los 39 miembros se quitaron la vida en su mansión de California, ingiriendo grandes cantidades de vodka con barbitúricos.