Una pila de cuerpos -algunos todavía con vida- eran rociados con combustible y les prendían fuego sobre un círculo excavado en la tierra; tardaban hasta un día en quemarse y su sangre daba nombre al terrorífico método que dio el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) para “deshacerse” de sus víctimas: “la cama de tinto”.
Es considerado como uno de los cárteles más violentos, con tácticas similares a las utilizadas por Los Zetas a principios del nuevo milenio, mismas que han sido calificadas como “narcoterrorismo” por las autoridades de Estados Unidos. Desde su violenta creación, el (CJNG) utiliza diversos métodos para deshacerse de las miles de personas que se convirtieron en sus víctimas.
Sus orígenes nos remontan hasta finales de la década del año 2000, cuando el Cártel del Milenio llegó a su fin, de donde se crearon dos facciones: La Resistencia y Los Mata Zetas; estos últimos cambiaron su nombre al CJNG cuando Nemesio Oseguera, El Mencho, llegó a la organización.
Por su rivalidad con los Zetas -considerados como uno de los grupos criminales más sangrientos-, el cártel de las cuatro letras utilizó los mismos recursos que sus rivales para hacerse notar: narcomantas, mensajes junto a cuerpos decapitados y videos colgados en redes sociales para advertir su llegada a algún territorio y mostrar ejecuciones a manera de amenazas a sus rivales.
Según información del Índice de Paz México 2023 del total de los homicidios provocados por enfrentamientos entre cárteles de la droga en 81 por ciento está involucrado el CJNG; tan sólo en el año 2021 sus rivalidades con el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Santa Rosa de Lima generaron más de 7 mil muertos.
“Deshacerse” de miles de muertos
Para “deshacerse” de todas esas víctimas -sumadas a las de desaparición- el CJNG recurrió a fosas clandestinas, muchas de ellas localizadas en Zacatecas, Jalisco, Michoacán, Guanajuato y Guerrero, estados con fuerte presencia de la organización liderada por el Mencho; aunque según EEUU el cártel ya logró posicionarse en 28 entidades del país.
Pero no sólo en fosas clandestinas el CJNG se “deshace” de sus víctimas. En entrevista para Telemundo un joven sicario narró lo que observó durante los tres meses que estuvo en un campamento del grupo criminal en Tlapa de Allende, Jalisco.
“Se le llama así (la cama de tinto) porque el color de la sangre pintaba la tierra donde se colocaban los cuerpos (...) Algunas personas todavía estaban vivas cuando las metíamos ahí. Tardaban un día en quemarse y después esparcíamos las cenizas”.
La confesión del joven sicario de 33 años de nombre Francisco ocurrió en 2019; desde esa fecha pasaron cuatro años hasta que las autoridades de Jalisco descubrieron restos humanos en el horno de una ladrillera ubicada en el municipio de Teocaltiche; un método que es un “secreto a voces” -según sus habitantes- y producto de la guerra que mantienen el CJNG y el Cártel de Sinaloa en la región.
El hallazgo se produjo como parte de las acciones de búsqueda para localizar a los cinco jóvenes que desaparecieron el pasado 11 de agosto en Lagos de Moreno, uno de los casos más emblemáticos de 2023.
Otro de los métodos del CJNG se develó en 2018 cuando tres jóvenes estudiantes de cinematografía fueron confundidos con miembros de un grupo rival; los levantaron, torturaron, asesinaron y finalmente disolvieron sus cuerpos en ácido sulfúrico, según informó la Fiscalía.
A finales de 2022 circuló en redes un video que confirmó lo narrado por el sicario a Telemundo: una fogata arde en medio de algunos arbustos, junto a ella hay dos hombres que lanzan en intervalos de pocos segundos lo que parecen ser restos humanos, entre ellos una cabeza.
Hay un tercer involucrado que está grabando y les dice que “avienten toda la carnicería (...) aviéntalo a la lumbre ¡al infierno!”.