El caso hubiera pasado desapercibido e impune si los vecinos de la calle Lago Chalco 76, en la colonia Anáhuac de la alcalía Miguel Hidalgo, no hubieran subido a las redes sociales los videos en los que se veía la manera en que el cuerpo, envuelto en sábanas, fue sacado de uno de los departamentos.
Tiempo atrás los vecinos ya habían reportado varias veces a la policía las constantes escenas de maltrato y violencia que ocurrían al interior del departamento, pero a pesar de que llegaban patrullas y policías, nunca pasaba nada.
Sin embargo, fueron esos videos los que permitieron que efectivos de la Fiscalía de Búsqueda de Personas Desaparecidas pudieran detectar una ficha por desaparición a nombre de Montserrat Juárez tanto en la Ciudad de México como el Edomex, y que incluso se presentaran en el lugar de los hechos para entrevistar a los vecinos.
Fue así que comenzó a brotar el horror a la luz de la verdad. Antes de que el cuerpo de Montserrat fuera sacado del edificio, cuando todavía yacía sin vida en una cama, un policía preventivo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), identificado como Fredy “N”, les cobró a los responsables de la muerte de Montserrat 5 mil pesos para ponerlos en contacto con una funeraria y conseguirles el certificado médico que les pemitiera cremarla.
La pareja de Montserrat Juárez, Sean “N”, la había asesinado a golpes, pero el policía Fredy “N” reportó que el cuerpo no presentaba signos de violencia. También puso en su parte informativo que había contactado al Ministerio Público de Miguel Hidalgo para informarle de los hechos y asegurar que este había certificado que el cadáver no presentaba signos de violencia.
En el boletín oficial de la SSC, el reporte precisó que un hombre de 53 años (el padre de Sean) les había informado que su nuera se había desvanecido y presentaba trastornos alimenticios y respiratorios.
A raíz de ese reporte de Fredy “N”, la SSC sostuvo que “al confirmar la ausencia de signos de violencia las autoridades ministeriales autorizaron que su familiar se hiciera cargo de los trámites funerarios”.
No obstante, un análisis posterior de cámaras, bitácotas y llamadas telefónicas evidenció que el policía preventivo Fredy “N” nunca mantuvo contacto con autoridades ministeriales.
Fredy “N” llevaba 14 años de servicio. Había causado alta en la SSC en febrero de 2009. Su compañero, el policía auxiliar René “N”, llevaba 12 años con 10 meses en la corporación.
Pero cuando el supuesto certificado de defunción extendido “por un médico” les fue presentado a través de la pantalla de un celular, en lugar de manera impresa, personal de la funeraria condujo el cuerpo en uno de sus vehículos hasta una agencia de la fiscalía de investigación territorial de Miguel Hidalgo.
La intención era pedir una “segunda opinión”. Y una vez ahí, en la fiscalía, dos agentes del ministerio público, “sin realizar ninguna diligencia, ni informar a sus superiores”, le dijeron al personal de la funeraria que se iban a comunicar más tarde “para atender la situación”.
Pero nunca llamaron ni tampoco atendieron nada. Por ello, dos agentes del Ministerio Público, identificado como Karen “N” y Gabriela “N”, fueron suspendidas y se encuentran bajo investigación. Mientras tanto, el proceso de cremación era tramitado por Sean Alejandro y sus familiares.
Cuando se hicieron virales los videos en que aparecían bajando el cuerpo por una escalera, uno de los policías presentó una licencia médica y al poco tiempo desapareció. El otro se dio a la fuga desde el minuto uno.
Fueron esos videos los que permitieron que elementos de la Fiscalía de Búsqueda de Personas Desaparecidas detectaran que había una ficha por desaparición, tanto en la Ciudad de México como en el Edomex, a nombre de Montserrat Juárez, y se presentaran en Chalco 76 para interrogar a los vecinos.
Gracias a eso la fiscalía de feminicidios pudo localizar la funeraria donde el cuerpo de Monserrat fue recuperado.
Más tarde comprobaron en el teléfono del feminicida, Sean Alejandro, las imágenes y las conversaciones que probaron el abuso, la violencia y el maltrato al que él y sus padres sometían a Montserrat. La madre la drogaba para tenerla adormecida y que no pudiera escapar. El padre le llevaba clientes a su departamento para que tuvieran relaciones sexuales con ella. Y su pareja, Sean Alejandro “N”, cobraba 500 pesos por cada una de estas relaciones.