El péndulo político se movió rápido y lo que a finales de los noventa representaba el vaticinio de una Marea Rosa o vuelta a la izquierda que se extendería en América Latina, ahora, ante las expectativas no cumplidas, los ciudadanos de la región han dado muestras de querer buscar otras opciones que los pueden llevar a ser más felices.
En su nuevo libro ¡Cómo salir del pozo!, que esta semana se colocó como el más vendido en la lista de Amazon, el escritor y periodista Andrés Oppenheimer da un giro a sus temas habituales para adentrarse en un tema poco analizado, pero fundamental en el mundo actual: la felicidad y cómo conseguirla.
Pero también deja muy en claro cuál es la diferencia entre ser feliz y el uso de la felicidad que hacen algunos políticos de la región para justificar el fracaso de sus gestiones y falta de crecimiento en sus países.
“Lo que están haciendo algunos políticos populistas, como el presidente de México y el presidente argentino, es tratar de justificar sus fracasos económicos diciendo que la felicidad es más importante que el crecimiento económico, o sea, Andrés Manuel López Obrador en México ha dicho varias veces ‘bueno, el crecimiento económico no es tan importante lo importante es que seamos felices’, eso es una excusa para justificar un fracaso económico porque había prometido en su campaña, un crecimiento económico del 4% (en 2022 fue de 3%)”, expresó en entrevista con Infobae en Ciudad de México.
Advirtió que el crecimiento económico también debe ir acompañado de políticas públicas que eleven los índices de felicidad de la gente, que fomenten la comunidad, la interacción y la tolerancia al fracaso.
En el caso de México, “se quedó dormido” a pesar de que tiene la “oportunidad del Milenio” gracias al fenómeno del nearshoring en el que las multinacionales buscan alejarse cada vez más de China y montar sus fábricas en otros países. “En lugar de ir a buscar esas inversiones, el presidente se la pasa poniéndose sombreros de flores en la cabeza, como Carmen Miranda, es frustrante para quien ve las oportunidades que podría tener el país”, como el compartir frontera con Estados Unidos. Pero otros países como Corea del Sur, India, Tailandia o Vietnam son los que se están beneficiando.
“Lo frustrante de México: López Obrador no ha hecho un desastre como Nicolás Maduro en Venezuela, lo frustrante de México es lo que ha dejado de hacer no lo que ha hecho. No ha destruido la economía del país, pero está desaprovechando todas las oportunidades que tiene para convertirse en una potencia económica mundial”, puntualizó.
Malos tiempos para los populistas
Durante la charla con Infobae, Oppenheimer analizó no solamente el caso de México, sino el de otros países de la región donde los mandatarios surgidos de la izquierda no atraviesan su mejor momento, a pesar de que hace un par de años se hablaba de una “Marea Rosa que América Latina estaba condenada a varios años de gobiernos populistas y, sin embargo, el péndulo se está moviendo muy rápido, lo más probable es que en Argentina gane un candidato o candidata de centro derecha o de derecha, en Ecuador quizás también”.
De Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en Colombia, sobre el que había grandes expectativas, “su nivel de popularidad ha caído enormemente, los escándalos políticos de su hijo que ha dicho que habría aceptado dinero del narcotráfico para la campaña de su padre, no lo están ayudando”. Sin contar sus faltas o retrasos en las reuniones a las que está convocado.
En Chile, Gabriel Boric tuvo su primer fracaso a unos meses de llegar a la presidencia en su intento por reformar la constitución que fue rechazado por la población en un plebiscito. “Tampoco tiene altos niveles de popularidad”.
Felicidad y corrupción, una pareja compleja
Andrés Oppenheimer señaló uno de los puntos más importantes de su libro y dejó el claro que los motivos de la infelicidad en el mundo no son exclusivos de la izquierda o la derecha, sino que también está relacionada con otros aspectos como la corrupción, ya que los países más felices del mundo son los nórdicos, donde los índices de corrupción son más bajos y entre los más infelices, como Venezuela, los índices de corrupción son altos.
Apuntó que “lo bueno de todo esto” y “el mayor aporte” de su libro es decir que “hay soluciones y salidas, hay cosas que se están haciendo para revertir todas estas calamidades de una manera relativamente fácil”.
Recordó varios ejemplos, en los que ahonda en ¡Cómo salir del pozo!, como el de Nigeria, uno de los países más corruptos, en donde escuelas públicas están tratando de adoptar modelos de colegios privados, con la finalidad de incluir materias de Ética y de Políticas Anticorrupción, para enseñar a los niños conceptos como conflicto de intereses o cohecho a través de narrativas que les sean familiares y fáciles de entender.
En Nueva Delhi ocurre algo similar, pues las escuelas han tomado la rienda para enseñar a los más pequeños a entender la descomposición social, a la par de que incluyen clases de Felicidad, en las que se sientan junto a la maestra, cierran los ojos y comienzan a meditar, ayudándoles a estar tranquilos y concentrados en sus actividades del día. Les enseñan a trabajar en equipo, a encontrar un propósito en la vida, así como asumir tropiezos.
¿Una receta social?
Otro aspecto de los países escandinavos que el autor consideró que podría ser útil en los países con índices bajos de felicidad es la implementación de políticas públicas, espacios verdes, horarios de trabajo reducidos, que permiten a las personas dedicar parte de su día en actividades recreativas, pasar tiempo de calidad en su comunidad, entre otras.
“Los políticos deben entender que el crecimiento económico es indispensable, pero no suficiente [...] lo que tienen que hacer los políticos es hacer crecer la economía en sus países y al mismo tiempo adoptar políticas públicas que aumenten la felicidad de la gente”, aseveró Oppenheimer.
El escritor subrayó que está científicamente comprobado que hay políticas públicas que pueden aumentar la felicidad de las personas. “Las políticas focalizadas para mejorar la vida de la gente, las relaciones comunitarias y afectivas parecen cosas triviales, pero le pueden ahorrar a los países billones de dólares en gastos hospitalarios, pastillas antidepresivas”.
“Eso es lo que dice en el libro al recorrer todos estos países, ver estas prácticas y contarlas con la esperanza de que las empecemos a aplicarlas en nuestros países”, finalizó.
Fotos: Jenifer Nava y Diego Alva
Videos: Martín Mariscal y Diego Alva