“Siempre los amaremos” son las palabras que acompañan la enorme cruz del cenotafio de Édgar Guzmán López que adorna el estacionamiento del City Club de Culiacán, en donde fue acribillado el hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
El 8 de mayo de 2008 es recordado como uno de los días que causaron más conmoción en la historia reciente del narcotráfico en México.
Durante la violenta confrontación que mantenían el Cártel de Sinaloa y los Beltrán Leyva, al “Chapo” le mataron a un hijo con una violencia que, para esas épocas, ya había empezado a ser común.
Las primeras versiones apuntaron que Édgar, el hijo mayor del “Chapo”, habría sido ejecutado por sicarios de los Beltrán Leyva, pero también existe la versión de que sus verdugos operaban bajo las órdenes de su propio padre y lo habrían matado por error.
Al ser uno de los episodios más tristemente emblemáticos en materia de seguridad para Culiacán, ha comenzado a ser una historia retomada por músicos como Los Alegres Del Barranco y Enigma Norteño, quienes publicaron un narcocorrido en honor al “Moreno”, alias con el que se le llamaba al hijo del capo.
El tema titulado “Édgar G” recuerda el impacto que generó la muerte del joven de 22 años en su familia y en toda la ciudad. Al instante en que se difundió la noticia, todo Culiacán quedó paralizado por temor a que se desatara una ola aún mayor de violencia.
“Ocurrió la gran tragedia en una plaza comercial, dieron muerte a Arturo y César y también a Édgar Guzmán”, son las primeras líneas de la canción para rememorar a los acompañantes del “Moreno” que también fueron ultimados: César Ariel Loera y Arturo Meza Cázares, hijo de Blanca Margarita Cázares, alias “La emperatriz”.
“El señor de la montaña llora mucho su partida”, cantan los intérpretes en relación con el pesar que este suceso le causó al “Chapo”, pues su deseo de venganza pudo haber ocasionado el fallecimiento de su primogénito.
Retomando las crónicas locales de que aquel 8 de mayo se dispararon 500 balas, el narcocorrido dice: “No pudieron hacer nada, ellos no se lo esperaban, fueron armas poderosas con las que les disparaban. Cuerno de chivo y bazuca y hasta con lanzagranadas”.
Hacia el final de la canción, los cantantes asumen el rol del propio Édgar Guzmán y simulan que el hijo del “Chapo” da un mensaje posterior a su muerte.
“Rancho de Jesús María, mucho te voy a extrañar [...] Mis avionetas queridas ya no las podré volar. Ya no lloren mi partida, que Dios me quiso llevar y a mi esposa y a mi hija desde aquí voy a cuidar. Alcohol pa’ Joaquín y Ovidio, no los quiero ver llorar”.