Cuál es la célula del Cártel de Sinaloa vinculada a la desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa

El municipio de Iguala estaba controlado por el grupo delictivo Guerreros Unidos y Víctor Hugo Benítez Palacios, alias “El Tilo”, era encargado de esa plaza

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El hombre aparece con los brazos en la espalda
(Foto: Insight Crime)
El hombre aparece con los brazos en la espalda (Foto: Insight Crime)

Una célula delictiva que hoy forma parte del Cártel de Sinaloa habría estado involucrada en la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa en septiembre del 2014, de acuerdo con un informe del gobierno federal.

A nueve años de la desaparición de los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador publicó el informe: “Ayotzinapa: narrativa de los hechos de acuerdo con la investigación realizada”.

En el documento se habla sobre los nexos que las autoridades de seguridad pública de la entidad mantenían con el grupo criminal de Guerreros Unidos.

De acuerdo con las autoridades, dos años antes de lo sucedido en Iguala, Guerreros Unidos tenía tenía operaciones en los municipios guerrerenses de Cocula, Huitzuco, Iguala, Taxco, Tepecoacuilco, Teloloapan y Ciudad Altamirano. La estructura criminal también se extendía a Cuernavaca, Morelos, y el Estado de México.

En el 2014, año de la desaparición forzada de los normalistas, los líderes del cártel de la droga eran los hermanos Ángel, Adán, Sidronio y Mario Casarrubias Salgado, éste último operaba desde prisión.

Marcha a nueve años del caso Ayotzinapa. Foto: REUTERS/Raquel Cunha
Marcha a nueve años del caso Ayotzinapa. Foto: REUTERS/Raquel Cunha

El reporte, realizado a partir de información de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Fiscalía General de la República (FGR), Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), Fiscalía General de Guerrero, Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), refiere que en el cártel había un segundo nivel de mando.

En este escalafón, fue identificado Juan Salgado Guzmán, alias El Indio o Caderas, quien era jefe operativo de la organización en la entidad y era tío de los hermanos Casarrubias Salgado. Además de Gilberto López Astudillo, El Gil, quien ahora forma parte en uno de los testigos protegidos de la FGR.

En los municipios antes mencionados, Guerreros Unidos tenía encargados o jefes de plaza y estaban conformados de la siguiente forma:

  • Cocula lo controlaba El Gil.
  • Huitzuco estaba a cargo de Alejandro Palacios Benítez, El Cholo.
  • Taxco era controlado por El Churros.
  • Iguala estaba a cargo de Víctor Hugo Benítez Palacios, alias El Tilo.
  • Tepecoacuilco estaba bajo el mando de Walter Deloya Tomas, La Medusa.
  • Teloloapan estaba bajo el mando de Juan Carlos Flores, La Beba.
  • La zona de Mezcala estaba a cargo de Pedro Flores Millán, El Nueve o El Números.
  • En el caso de Xochipala estaba en el mando Isaac Navarrete Celis.

Según las autoridades mexicanas, Los Tilos, que en el 2014 controlaban el tráfico de drogas en Iguala, ahora se ubican como parte de una célula del Cártel de Sinaloa.

El municipio de Iguala se encuentra sobre el denominado corredor “Acapulco - Cuernavaca - Estados Unidos”, mismo que es usado para el tráfico de diferente tipo de drogas. Un año antes de la desaparición de los normalistas, se tenía el registro de que en el estado operaban 18 grupos del crimen organizado.

Las autoridades mexicanas señalan a Guerreros Unidos de ser una escisión del Cártel de los Beltrán Leyva, mismo que operaba en alianza con Los Zetas.

El Gil es testigo protegido de la FGR. FOTO: PGR /CUARTOSCURO.COM
El Gil es testigo protegido de la FGR. FOTO: PGR /CUARTOSCURO.COM

También se hacían llamar como Cártel del Pacífico Sur y tenía como brazos armados al Cártel Independiente de Acapulco; Nuevo Cártel de la Sierra; Los Granados; Los Ardillos; Los Sierreños y Los Tequileros.

El informe de 34 páginas menciona que Guerrero Unidos tenía un importante nivel de penetración y cooptación de las autoridades encargadas de la seguridad pública y el combate al narcotráfico en la región.

“Esta red que involucraba a autoridades de los tres órdenes de gobierno fue, sin duda, un factor que “facilitó” y perpetró la desaparición forzada de los 43 normalistas”, se lee en el texto en donde también se señala que algunos mandos del Ejército recibían dinero, facilitaban al tráfico de drogas, daban protección y proveían de armas y municiones al grupo criminal.

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