Además del imperio que construyó al frente del Cártel de Sinaloa, otro de los aspectos por los que Joaquín “El Chapo” Guzmán suele ser recordado es su fijación por los túneles como método para evadir a las autoridades, lo que lo hizo acreedor al mote de “El señor de los túneles”.
Desde 1990, la Administración de Control de Drogas (DEA) y otras corporaciones de seguridad han encontrado en la frontera de México con Arizona más de 100 túneles, cuya construcción se le atribuye a Guzmán Loera.
Sin embargo, uno de los episodios más llamativos en la historia criminal del “Chapo” ocurrió en 2014, cuando usó una de sus estructuras subterráneas para salir completamente desnudo de su casa y burlar a la Marina.
Extractos del juicio de Guzmán Loera compartidos por el periodista Keegan Hamilton incluyen detalles sobre lo que sucedió aquella madrugada en Culiacán.
Según testificó Lucero Guadalupe Sánchez López, conocida con el sobrenombre de “Chapodiputada”, antes de que “El Chapo” fuera capturado en Mazatlán ya había tenido una traumática experiencia de escape.
Para ese entonces, aunque seguía involucrada emocionalmente con el capo, Lucero Sánchez había tratado de distanciarse de él, pues su relación ya no era lo mismo y le asustaba la crueldad de la que podía ser capaz el jefe criminal.
Un día —se desconoce la fecha exacta—, ambos estaban en un domicilio que contaba con jacuzzi y una serie de pantallas de televisión a un lado. En palabras del “Chapo”, esto era para que pudieran entretenerse mientras se relajaban en el jacuzzi. No era cierto.
Las pantallas, en realidad, servían para monitorear las cámaras de vigilancia que exlíder del cártel colocó afuera de su casa. Alrededor de las cuatro de la mañana, Lucero se despertó a causa de los gritos del “Chapo” y su secretaria —que también estaba en la casa—. Las cámaras mostraron a miembros de la Secretaría de Marina (Semar) usando un ariete para derribar la puerta principal.
Ante esto, “El Chapo” corrió al baño y le mostró a Sánchez López un pasadizo que estaba debajo de la tina. “¡Amor, amor, ven aquí!”, gritó el capo para indicarle por dónde debían escapar. “Para mí fue horrible. Nunca había estado en un lugar así, estaba húmedo y lleno de lodo”, recordó la testigo durante el juicio.
Lucero corrió detrás del “Chapo”, que iba completamente desnudo, mientras los agentes de la Marina asediaban la casa en busca del narcotraficante. El túnel estaba directamente conectado con el sistema de drenaje de Culiacán, por donde ambos tuvieron que huir durante aproximadamente una hora.
Guzmán Loera voló a la ciudad de Mazatlán en donde, pocos días después, fue detenido. El 22 de febrero de ese mismo año, “El Chapo” cayó por segunda vez en manos de la justicia en el hotel Miramar mientras estaba acompañado de su esposa, Emma Coronel, y sus dos hijas gemelas, que para ese entonces tenían entre dos y tres años.