En 1874 abrió sus puertas una de las cantinas más antiguas y emblemáticas de la Ciudad de México: El Gallo de Oro. Un lugar por donde desfilaron personalidades de todo tipo, es decir, desde políticos hasta periodistas, escritores y asesinos seriales.
Se trata de una de las más viejas cantinas que han sobrevivido al paso del tiempo, por lo que su historia se sigue contando. Es uno de los lugares favoritos de los capitalinos, ya sea para emborracharse o simplemente degustar de tradicionales platillos.
El Gallo de Oro se encuentra en la esquina de Bolívar y Venustiano Carraza, en el corazón del Centro Histórico de la capital del país. En su fachada de color rojo hay un par de placas de piedra con la imagen del ave que le da nombre al sitio.
La bebida de la casa es el menyul a la veracruzana, un trago preparado a partir de hierba buena, azúcar, fernet, vodka, ginebra, ron añejo y jerez; todo en un old fashion. Del mismo modo, en el lugar se vende comida: particulares alimentos como la pancita, el salpicón, riñones, tostadas de pata y arroz tipo paella.
El origen de El Gallo de Oro, una cantina que sigue en pie
Cuenta Enrique Valle, actual dueño del establecimiento, que su abuelo compró la cantina entre los años 1921 y 1922, cuando ésta era propiedad de un hombre llamado Emeterio Solorio. Don Ramón Valle era un español que trabajaba en el campo y que voló de Europa a América cuando tenía sólo 16 años de edad.
Emeterio Solorio decidió, por alguna razón, deshacerse de su propiedad y le ofreció a Ramón la oportunidad de hacerse con El Gallo de Oro en cómodos pagos. El hombre trabajó duro y, desde entonces, el emblemático lugar ha pertenecido a la familia Valle.
Desde terremotos hasta pandemias mundiales, El Gallo de Oro ha atravesado por fuertes crisis. Es una de las cantinas de la Ciudad de México que han sobrevivido y todavía se encuentra en operación.
Los históricos clientes que se emborracharon en El Gallo de Oro
Muchas de las historias de El Gallo de Oro se las debemos a los testimonios de Enrique Valle, actual dueño, quien ha contado detalles sobre los distinguidos clientes del lugar a medios de comunicación como Milenio.
Se cuenta, que en las mesas de la cantina se emborrachaba Goyo Cárdenas, uno de los más afamados asesinos seriales en la historia de la sociedad mexicana. El hombre, quien tras salir de prisión se convirtió en abogado, era afín al vodka.
Otra celebridad que solía tomar tragos en El Gallo de Oro era Jacobo Zabludovsky, importante periodista mexicano. Cuenta el dueño, que las importantes visitas a la cantina ocurrieron después de su remodelación. Justo Sierra y Mariano Azuela son otros nombres en la lista de famosos clientes del sitio.
El establecimiento sufrió de una transformación de pies a cabeza durante la década de los años 70. El Gallo de Oro pasó a convertirse en una cantina de lujo, con un estilo inglés muy particular. Políticos, periodistas, escritores y funcionarios encontraron en El Gallo de Oro su templo de la diversión.
Como muchas otras cantinas, en su momento, El Gallo de Oro fue un establecimiento exclusivo para los hombres; no obstante, eso cambió con el paso del tiempo. En 1982 se permitió la entrada de las mujeres a las cantinas, y se convirtieron en importantes clientas.
Actualmente, el lugar es enteramente familiar. Personas de todo tipo se sientan alrededor de sus mesas para degustar alimentos y embriagarse con bebidas alcohólicas.