Uno de los resultados más esperados en el caso de los cinco jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno, Jalisco, habían sido las muestras de ADN halladas en un cuerpo calcinado descubierto al interior de un Volkswagen Jetta color café, el cual era propiedad de Diego Alberto —uno de lo muchachos— y había sido localizado en el tramo carretero de Encarnación Díaz, a la altura de la tienda “Nuevo Milenio”, cuatro días después de las desapariciones.
Era la madrugada del martes 15, el vehículo seguía ardiendo cuando la policía llegó a atender el reporte. Personal de Protección Civil se encargó de sofocar las llamas, y una vez que lo consiguió, inspeccionó el auto y encontró que al interior estaban los restos de una persona, los cuales ya habían sido parcialmente consumidos por el fuego.
El fiscal Joaquín Méndez mencionó que las placas coincidían con la serie que tenían identificada, misma que había sido reportada por los familiares de uno de los jóvenes desaparecidos. También aseguró que se le realizarían pruebas de genética a los restos y que muy pronto tendrían los resultados. Mientras tanto el misterio y la incertidumbre provocados por el desconocimiento total del paradero de los cinco jóvenes de Lagos de Moreno continuaba alentando la búsqueda incansable.
Una semana después, este martes 22 de agosto, fuentes de la fiscalía estatal habrían confirmado que, tras las pruebas de comparativa genética, se habóa determinado que los restos encontrados en la cajuela del Volkswagen no se correspondían con el ADN de ninguno de los muchachos desaparecidos —Roberto Olmeda, Jaime Adolfo Martínez, Diego Alberto Lara, Dante Cedillo y Uriel Galván—, reportó El Occidental.
Tampoco han conseguido las autoridades determinar que los restos encontrados el pasado 17 de agosto en una finca de la comunidad de La Troje, al norte del municipio, tengan coincidencia genética con los cinco jóvenes presuntamente secuestrados por el crimen organizado.
En un comunicado divulgado el pasado jueves, la fiscalía estatal informó que policías hallaron “restos óseos y cuatro cráneos con huellas de calcinación en su totalidad”, aunque no se pueden determinar aún sus rasgos físicos, edad y sexo.
Los investigadores forenses, aseguró la fiscalía, trabajaban “para identificar a las víctimas”.
Armando Olmeda, padre de uno de los jóvenes desaparecidos, reconoció que los restos encontrados podrían pertenecer a su hijo y sus compañeros, pero dijo que prefiería aguardar el informe de la autoridad.
“Eso no lo sabemos hasta que analicen y hagan todos los peritajes necesarios”, afirmó Olmeda, un albañil de 54 años, quien está empeñado en buscar a su hijo Roberto Carlos “hasta el último aliento”.
“El primer sábado que me levanté y no estaba, yo me puse sus tenis y me los pongo para ver si sigo sus huellas. Yo sé que es una emoción, es una idea que tengo en el corazón”, confesó el padre ante periodistas.
Roberto Carlos, de 20 años, cursa el sexto semestre de la carrera de ingeniería industrial en la estatal universidad de Guadalajara, detalló Olmeda.
El grupo de jóvenes de entre 19 y 22 años, que según testimonios de familiares son amigos desde la infancia, desapareció en la localidad de Lagos de Moreno, aunque las autoridades no han confirmado oficialmente su deceso.