Troya en Culiacán: cómo se gestó la fuga de cinco peces gordos del Cártel de Sinaloa en 2017

Todos estaban catalgados como reos de “altísima peligrosidad” y tenían cargos en la organización criminal como jefes de plaza, operadores y líderes de brazos armados del Mayo y los Chapitos

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(Cuartoscuro)
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El 16 de marzo un camión llegó al penal de Aguaruto, Culiacán, con el pretexto de descargar madera en el centro penitenciario. Todo ocurrió en cuestión de minutos.

El camión tenía una caja de doble fondo y sirvió para sacar del penal a cinco peces gordos del Cártel de Sinaloa sin que ninguno de los custodios se percatara, o al menos eso declararon. Incluso lograron pasar el último filtro para su salida de la cárcel.

Las autoridades no supieron sobre la fuga hasta que les llegó el reporte de una persona anónima que había llamado al número de emergencias 911 para informar sobre la huída de cinco internos del penal de Culiacán.

Todos estaban catalgados como reos de “altísima peligrosidad” y tenían cargos en la organización criminal como jefes de plaza, operadores y líderes de brazos armados del Cártel de Sinaloa fieles al Mayo Zambada o los Chapitos.

Precisamente desde lo más alto de la cúpula del cártel se hicieron las maniobras necesarias para que les fueran otorgados a cada uno de los detenidos recursos de amparo que pusieran un freno a sus traslados a prisiones de máxima seguridad.

Los cinco presos de alto vuelo controlaron durante sus estancias, algunas más cortas que otras, el penal de Aguaruto en su totalidad. Tenían acceso a celulares, televisores, drogas, alcohol y sexoservidoras.

De los cinco, el reo más celebre era Juan José Esparragoza Monzón, alias “El Negro” o “El Azulito”, hijo del célebre fundador del Cártel de Sinaloa Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul”.

Esparragoza Monzón solo estuvo 57 días en el penal. Estuvo ahí por ser el encargado de la red de distribución de droga del Cártel de Sinaloa, así como de las operaciones inmobiliarias para lavar el dinero de la organización. Cuatro después fallecería en la peor ola de la epidemia de Covid en México.

Otro de los reos era Francisco Zazueta Chimal, alias Pancho Chimal, identificado como el jefe de seguridad de Iván Archivaldo Guzmán Salazar, encargado de Culiacán y Agua Prieta, y responsable de la emboscada que en septiembre de 2016 dejó cinco militares muertos. Sin embargo, cinco meses después de la fuga murió abatido a tiros.

Jesús Peña González, alias “El 20″, fue otro de los reos que escaparon. Junto con el Chino Ántrax fundó el que es considerado como el brazo armado más violento del Mayo Zambada: Los Ántrax.

También escapó Rafael Guadalupe Félix Núñez, alias “El Changuito Ántrax”, quien sigue prófugo y operando las actividades del cártel en Manzanillo, Colima, donde se encarga de recibir en el puerto cargamentos de cocaína colombiana y precursores asiáticos para elaborar drogas sintéticas como la metanfetamina y el fentanilo.

Esta semana la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro lo designó al lado de los narcotraficanes Alfonso Arzate García y René Arzate García como una figura clave en el “tráfico ilícito de fentanilo y otras drogas mortíferas”.

El último reo que protagonizó la fuga fue Alonso Limón Sánchez, alias “Poncho Limón”, identificado como el brazo derecho del Mayo Zambada y uno de los principales coordinadores del trasiego de droga.

Reportes de inteligencia indican que en los seis años que han pasado desde la fuga, Poncho Limón creció tanto que aspira a convertirse en sucesor del Mayo Zambada.

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