Cómo suena el primer narcocorrido mexicano compuesto hace casi 100 años: “El Pablote era temido” | VIDEO

“El Pablote” fue compuesto en 1931 por los músicos José Rosales y Norberto González, el cual relata la historia del traficante Pablo González

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Las armas del narco en
Las armas del narco en México (Foto arte: Jovani Pérez Silva/ Infobae)

Dentro de los productos de la narcocultura que circulan en México destacan las composiciones musicales que narran las vidas y hazañas de los poderosos capos de la droga, mejor conocidas como “narcocorridos” o, más actualmente, “corridos tumbados”.

Se trata de un género musical derivado del regional mexicano, el cual se caracteriza por el ritmo de guitarras acústicas que va acompañado de las letras que por lo regular hacen referencia a narcotraficantes, organizaciones criminales, armas de fuego, enfrentamientos armados, droga y actos delincuenciales.

Debido a su polémico contenido, se ha considerado que este tipo de canciones podrían representar una “apología a la violencia”, por lo que algunos estados -como Chihuahua- han buscado su prohibición, al considerar que son una mala influencia para el desarrollo de las y los jóvenes.

Hoy en día los artistas que interpretan narcocorridos han alcanzado una fama a nivel internacional -como Peso Pluma o Natanael Cano, por mencionar algunos-, aunque la primera composición dedicada a un traficante de droga fue creada hace casi un siglo. Pero, contrario a lo que se podría pensar, no fue grabada en México, sino en Estados Unidos (EEUU).

"El Pablote" es el primer
"El Pablote" es el primer narcocorrido, grabado en 1931, que cuenta la historia de la muerte de Pablo González

El Pablote

En septiembre de 1931 los músicos José Rosales y Norberto González hicieron un dueto de guitarra para grabar “El Pablote” en El Paso, Texas. Su intención era destacar la vida de un traficante de Ciudad Juárez conocido como Juan Pablo González, siendo el primer capo en tener su propio corrido.

La canción fue grabada el 8 de septiembre para el sello “Vocalion” y relata la muerte de Pablo González, ocurrida en un cabaret el 11 de octubre de 1930. Cabe mencionar que para esa época, Juan Pablo era considerado como “el rey de la morfina” al norte del país.

“Vuelven a echarse balazos (...) Agarrándose la cara el Pablote cayó herido. La bala cuarenta y cinco el pecho le atravesó. Y casi instantáneamente muerto en el suelo cayó”, se escucha en la primera parte de la canción.

A lo largo del corrido se hace referencia a Pablo como una persona violenta y temida en la frontera, pues además de las actividades del narcotráfico también llevaba a cabo múltiples asesinatos, como el del policía Teódulo Álvarez, el cual también es mencionado en la composición.

Juan Pablo González fue el primer traficante mexicano en tener su propio corrido en 1930

“Hace diez meses exactos a Teódulo Álvarez mató. Quién lo había de decir que con la misma pagó”, se oye en otra parte de la pieza musical.

Y continúa: “Llegaron los policías cuando todo había pasado. Y entre un charco de sangre estaba Pablo tirado. Y Robles si no por héroe (...) se entregó a la policía: ‘Si la vida le arranqué fue por defender la mía’”, se menciona sobre el altercado que tuvo el narcotraficante en la cantina “El Popular”.

Junto a Pablo González operaba su esposa Ignacia Jasso, alias “La Nacha”. Ambos trabajaron en la década de 1920 para el grupo de Enrique Fernández, un traficante cuyo hermano -identificado como Antonio- controlaba el trasiego de drogas y de licor, además de dedicarse a la falsificación de dólares, según una informes del investigador Juan Carlos Ramírez Pimienta.

“Martino y los cantineros dijeron lo que pasó: Pablote quería matarlo y por eso disparó. El domingo por la tarde lo llevaron a enterrar. Y la Nacha ante el cadáver cómo lo había de dejar”, se escucha sobre la relación que tenían estos dos personajes en la primeras décadas del siglo XX.

“El Pablote era temido pero su día le llegó” se escucha en la última parte de la canción. “El Rey de la morfina” fue enterrado el 12 de octubre de 1930 en el panteón Tepeyac de Ciudad Juárez. Para ese entonces, La Nacha se encontraba tras las rejas por cargos relacionados al narcotráfico. Pese a ello, se le concedió un permiso para acudir al cementerio.

Según reportes periodísticos, La Nacha juró a Pablo matar al responsable de su asesinato, un sujeto identificado como Feliciano Robles que había formado parte del ejército estadounidense.

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