La Ciudad de México fue fundada sobre el lecho de antiguos lagos, razón por la que la urbe se hunde gradualmente año con año y de acuerdo con algunos cálculos, las láminas de arcilla debajo de la capital mexicana podrían comprimirse hasta en un 30%, según un estudio publicado en Advancing Earth and Space Sciences y retomado por la UNAM en 2021.
En la CDMX se tiene registro de 591 puntos de fracturamiento o hundimiento del subsuelo, y aunque el Centro Histórico en la alcaldía Cuauhtémoces uno de los lugares más visibles, y para muestra la Catedral Metropolitana, existen unos 12 sitios con deformación crítica, distribuídos en distintas colonias de Benito Juárez, Iztapalapa, Iztacalco, Tláhuac y Xochimilco.
El principal factor del hundimiento es la extracción de agua del subsuelo de la capital, y al secarse las capas de arcilla del antiguo lecho lacustre, este se compacta debido al enorme peso de la zona urbana, donde se asientan enormes edificios, zonas habitacionales, centros comerciales, avenidas, etc.
“Después de siglos de drenaje de agua de los acuíferos subterráneos, el lecho del lago en el que se asienta la Ciudad de México se ha vuelto cada vez más seco, lo que hace que las capas de arcilla se compriman y agrieten a un ritmo imparable. Esto no solo pone en riesgo la infraestructura, sino que también amenaza la seguridad del agua para millones de personas”, explicó la Universidad Nacional Autónoma de México en un artículo publicado el 7 de mayo de 2021 en su revista digital.
El peso de una ciudad en constante expansión y la explotación excesiva de las aguas subterráneas hacen inevitable, e irreversible, un mayor hundimiento, que según algunas estimaciones puede alcanzar hasta 40 centímetros por año.
“Si pones edificios pesados en ese tipo de terreno y usas cimientos poco profundos, el suelo se compacta”, señaló Eddie Bromhead, ingeniero geotécnico de la Universidad de Kingston en Londres, quien agregó que la extracción indiscriminada de agua representa un problema mayor: “Esto además de sacar el agua, es la razón por la que la Ciudad de México es un desastre”.
Sin embargo, se debe precisar que no toda el área que comprende la CDMX se hunde al mismo ritmo, pues en algunos puntos las láminas de arcilla se comprimen y agrietan más.
El Atlas Nacional de Riesgos, elaborado por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), en el mapa de la capital mexicana se puede apreciar un anillo en la Ciudad de México, donde se localizan las zonas con mayor riesgo por hundimientos.
Los habitantes de la colonia El Mar y La Nopalera en la alcaldía Tláhuac han levantado la voz para recibir apoyo de las autoridades, pues en esta zona se han registrado de forma clara la formación de fallas, hundimientos y grietas.
Aunque a simple vista no podemos apreciar los hundimientos en la ciudad, las recurrentes inundaciones que se padecen en varios puntos de la capital durante los periodos de lluvia hacen palpable el hundimiento paulatino de la urbe, que como ya se dijo, no es uniforme.
Estas fallas no sólo representan un riesgo para los habitantes, sino para la infraestructura urbana como la red de abastecimiento de agua y algunas calles.
Cuándo descubrieron que la CDMX se hunde año con año
A principios del siglo XX, es decir alrededor de 1900, los científicos notaron por primera vez que la Ciudad de México se hundía , a una velocidad de aproximadamente 8 centímetros por año.
Para 1958, cuando la ciudad vivía el apogeo de su desarrollo urbano, el ritmo se aceleró a 29 centímetros por año debido a un aumento en la extracción de agua a través de pozos profundos.
Por ello, se tomó la decisión de limitar la cantidad de agua que se podía extraer de los pozos en el centro de la ciudad para mitigar esta situación.
Después de eso, la UNAM detalló que la tasa de hundimiento se moderó a unos 9 centímetros por año en promedio. No obstante, en las últimas dos décadas, los datos de mayor resolución han revelado una tasa constante de hasta 40 centímetros por año en la zona central de la CDMX.
Los investigadores estiman que en la actualidad las láminas de arcilla debajo de la Ciudad de México ya se han compactado en un 17% y en los próximo 150 años podrían llegar a comprimirse hasta en un 30%.