La Revolución Mexicana, uno de los eventos más sangrientos e importantes que se han registrado en México, dejó muchos personajes importantes que, durante dicha guerra civil, mostraron su valentía y disciplina. Sin embargo, también hubo quienes mostraron su parte menos humana y más cruel.
Tal fue el caso de Rodolfo Fierro, un hombre que luchó en la Revolución, en las filas del general Francisco Villa, y quien se convirtió en uno de los revolucionarios más temidos de la época.
Rodolfo Fierro nació en El Fuerte, Sinaloa, el 27 de julio de 1880. Fue abandonado al nacer, por lo que una familia lo adoptó. Ellos lo educaron hasta que comenzó a trabajar, en su adolescencia. Estuvo presente en la huelga de Cananea, cuando trabajó como obrero. Dicha huelga es uno de los antecedentes más conocidos de la Revolución, pues los trabajadores fueron severamente reprimidos por alzar la voz ante las injusticias laborales que había en ese momento.
Fierro trabajó en diversos lugares, para luego emplearse como maquinista de ferrocarril. Conoció a Tomás Urbina en 1913, quien era mano derecha y compadre de José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Francisco, o Pancho Villa. Él lo invitó a unirse a las filas del Centauro del Norte para derrocar a Victoriano Huerta. En ese entonces, Villa combatía al Ejército Constitucionalista, al mando de Venustiano Carranza.
Rápidamente, Fierro obtuvo la fama de ser un aguerrido pistolero, pues no temía a disparar en cualquier momento y rápidamente ascendió a general. En noviembre de ese mismo año, participó en la Batalla de Tierra Blanca, lo que le permitió ganarse la confianza de Francisco Villa, quien lo convirtió en su guardaespaldas y lo puso a cargo de los trenes de la División del Norte. Gracias a la victoria de Tierra Blanca, Villa se convirtió en el gobernador de Chihuahua.
Durante la Batalla de Tierra Blanca, se capturaron a cerca de 500 prisioneros. Para asesinarlos, Fierro pidió que fueran liberados. Cuando los soldados huertistas y de Orozco intentaron huir desarmados, Fierro se encargó de cazarlos, generando un número considerable de muertos.
Desde ese momento, el general villista se convirtió en un leal compañero de el Centauro del Norte. Cuando Victoriano Huerta fue derrocado, Fierro acompañó a Villa a la convención de Aguascalientes, donde se desconoció el gobierno de Venustiano Carranza y se nombró a Eulalio Gutiérrez. Como consecuencia de esto, en diciembre de 1914 los ejércitos de Villa y Zapata hicieron una entrada triunfal en la Ciudad de México. Fierro apareció en la histórica fotografía en la que se ve a Zapata y Villa en Palacio Nacional.
Para ese momento, Fierro ya tenía la fama de ser un sanguinario, y sus enemigos, por lo mismo, le pusieron el mote de El Carnicero. Su principal actividad era la de recaudar fondos para el ejército villista, y para ello extorsionaba a los hacendados. De acuerdo con el escritor estadounidense John Reed, en quince días Fierro mató a quince personas. También se sabe que abusó sexualmente de varias mujeres durante sus acciones militares.
Uno de los episodios más controversiales de su vida fue el asesinato de Tomás Urbina, su mentor dentro de la Revolución Mexicana. Y es que Villa descubrió que había recibido dinero para entregar la batalla de El Ébano, pero lo perdonó y lo dejó ir al hospital para curarse una herida de bala. Fierro lo alcanzó, le preguntó cuánto dinero le habían dado por traicionar a Villa, y le disparó, asesinándolo.
Una de sus características más notables, fue su alcoholismo, y se sabe que la mayoría de sus crímenes los cometió estando totalmente ebrio. Aún así, jamás realizó actos de indiscreción o desleales con Villa.
A mediados de octubre de 1915, murió en una laguna artificial que hoy lleva su nombre, Laguna Rodolfo Fierro, en Nuevo Casas Grandes, Chihuahua. Se dice que se ahogó. Según se cuenta, su caballo no resistió el peso del oro que transportaba, y se hundió en la laguna, lo que lo llevó a la muerte. Su cuerpo fue sacado del lugar por un cuñado de Villa, y fue enterrado en Chihuahua.